Nuestras bisabuelas no conocieron durante la mayor parte de su vida lo que eran las bolsas de plástico. Este material sintético empezó a comercializarse hace poco más de 80 años, y ahora permite la creación de infinidad de compuestos químicos, sustituyendo gran cantidad de los materiales que la humanidad había utilizado durante milenios: maderas, metales, cristales y también fibras textiles vegetales y animales.
Como decía, nuestros antepasados utilizaban fibras de cáñamo, de mimbre, de algodón, de yute, etc., para fabricar bolsas con el fin de transportar cosas. Esto cambio cuando en la década de los años 50 se descubrió la forma de fabricar polietileno de alta densidad, y en Suecia se ideó una forma magnífica de utilizar dicho material: un tubo con asas sellado en la parte inferior. Esa fue la primera bolsa de plástico.
Para 1979 ya controlaban el 80% del mercado de bolsas en Europa, principalmente por cuatro características: su ligereza, su resistencia, su transparencia y, por supuesto, su bajo costo.
¿Cómo hacer ahora —que sabemos que existen en los océanos inmensas islas de plástico que no se degradará sino en 300 años, que mueren millones de animales por comer o atorarse en las bolsas de plástico, y que su proceso de fabricación expone tanto a productores como al medio ambiente gran cantidad de químicos tóxicos— para concebir nuestro consumista estilo de vida sin este material? ¿Cómo hacemos para sustituir el rol que las bolsas de plástico tienen en nuestra vida cotidiana para transportar absolutamente todo tipo de productos?
Tiene algunas décadas que se comenzó a hablar del tema ambientalista de reducir el uso de plástico, pero el camino aún es muy largo y el tiempo corre en la carrera contra la crisis climática. Las opciones que tenemos son, principalmente: voltear a ver la época en la que lo desechable y la hiperinmediatez no eran las leyes del mercado y, por otro lado, promover los materiales que pueden competir con los plásticos, como los biopolímeros.
Aunque el asunto es amplísimo, y tanto las aplicaciones como el impacto en nuestro estilo de vida de los materiales plásticos requieren de una fuerte consideración; no queda tiempo para que cada uno, desde nuestra trinchera, busquemos alternativas más sostenibles. Sin embargo, podemos empezar, por qué no, por ofrecer nuestra bolsita de tela cuando nos quieran entregar productos en plástico.
Kelly Tairi Trejo es diseñadora gráfica de Comunicación Global Design.