El 8 de marzo, más que una felicitación por el mero hecho de ser mujeres, es una fecha importante, ya que se trata de un recordatorio de todas las veces que hemos alzado la voz en busca de nuestros derechos.

El origen de este día se remonta a los movimientos feministas que se suscitaron durante la revolución rusa de 1917, después se vinculó con las marchas de las sufragistas que pedían el derecho al voto de la mujer y mejores condiciones de trabajo, principalmente en las fábricas. Sin embargo, fue hasta 1975 que la ONU instauró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Como todos sabemos, cada país, cultura y religión tienen sus creencias, pero conmemoraciones como esta nos recuerdan que, al final, somos seres humanos, lo único que nos separa son precisamente ideas ajenas a nosotros, y solo el diálogo puede destruir esas barreras. La crisis mundial no ha terminado, incluso parece que aumenta año con año, pero está en nosotros hacer el cambio. Es muy bueno que en algunas empresas la diferencia salarial ya no exista, que las mujeres ocupen más puestos que se supone únicamente podía desempeñar hombres, que las niñas asistan a la escuela y, sobre todo, reciban educación sexual. Las mujeres podemos ser independientes porque queremos serlo y, además, tenemos las herramientas y los medios.

En México, desgraciadamente, no hay día en que no escuchemos sobre la desaparición de una mujer o un caso de violencia de género; afortunadamente hay instituciones especializadas que se encargan de brindar ayuda; sin embargo, a veces no es suficiente. Por esa razón, te invito a que en la medida de tus posibilidades escuches a las personas que están a tu alrededor, bríndales ayuda. Un abrazo o una plática pueden cambiarle la perspectiva a la otra persona. Los grandes cambios comienzan con acciones pequeñas, no dudes de ti y de lo que puedes hacer por los demás.

Este 8 de marzo reconoce cuánto ha avanzado la mujer en la historia, al mismo tiempo piensa en las que son parte de tu familia y han colaborado en tu desarrollo, dales las gracias porque, cada una, desde su trinchera, también somos luchadoras.