Desde el año 2012, la ONU estableció que el 20 de marzo se celebre el Día de la Felicidad. La iniciativa surgió en Bután, país que reafirma la importancia de priorizar la felicidad sobre cualquier otra cosa.

Y es que en tiempos como los de ahora pensar en un tema como este puede resultar prácticamente imposible, justo del otro lado del mundo se libra una guerra, en nuestro país vemos desigualdad y pobreza a diario; es como si buscar alegría fuera un acto de esfuerzo. Tal como lo dice uno de los personajes principales de la maravillosa película Todo en todas partes al mismo tiempo (2022): “Cuando elijo ver el lado bueno de las cosas no estoy siendo ingenuo. Es estratégico y necesario. Es como he aprendido a sobrevivir a través de todo”.

Necesitamos combatir la tristeza, los malos pensamientos, el mal humor y todo aquello que nos vuelve irritables con una pizca de bondad y compasión hacia los demás, pero, sobre todo, hacia nosotros mismos. Esto no quiere decir que los sentimientos que se consideran “negativos” sean olvidados, ellos deben existir, forman parte del equilibrio de la vida; sin embargo, no deben abarcar toda nuestra energía. Culturalmente estamos acostumbrados a que si las cosas no nos hacen sufrir o no nos cuestan dolor y lágrimas no valen la pena, vemos la felicidad como un premio, no como un derecho. Ese pensamiento debe cambiar.

Nadie tiene el secreto de la felicidad, no existen fórmulas, ni nada puede comprarla. Lo que sí podemos hacer es encontrar un equilibrio entre lo bueno y lo malo; lo triste y lo alegre: lo positivo y lo negativo; entre todos aquellos extremos que nos separan. Si nos unimos, es más fácil lidiar con las emociones, podemos reconocernos como humanidad y tal vez en algún punto el diálogo sea una alternativa más eficaz que una guerra. ¡A disfrutar con muchos abrazos y alegría!