Si hay una fecha que está firmemente grabada en el colectivo actual es el 14 de febrero, pues hace alusión al amor de pareja; sin embargo, todo tiene su contraparte y cuando hablamos de amor, debemos darle cabida también al desamor, al mal de amores. Y es que, así como la etapa bonita y cursi de las relaciones amorosas tiene su día; también lo tiene aquella a la que nadie quiere llegar, pero es inevitable: su fin.

Bajo este concepto, en redes sociales, al parecer desde 2010, surgió la iniciativa de conmemorar cada 29 de julio el Día Internacional del Mal de Amores, aquel mal por el que todos pasamos y sufrimos, a veces más de una vez. Aquel mal que puede llegar a considerarse una enfermedad y que ha inspirado muchísimas historias.

El inconfundible dolor en el pecho, la negación del fin, la tristeza embriagando los días y las noches, las lágrimas que escapan por más que queremos retenerlas y que no sabemos si al liberarlas nos estamos haciendo bien o mal, repetir una y otra vez que el amor apesta y que nunca más nos vamos a enamorar, son una constante cuando sufrimos este mal; no obstante, a pesar de todo el dolor que pudiéramos sentir las primeras semanas (o incluso meses), logramos sobreponernos a la ruptura para más adelante volver a aventurarnos a vivir el amor… o no.

Y es que, lo queramos o no, el desamor tiene una especie de atracción, incluso cuando no estamos transitando por esa etapa. ¿O qué? ¿Te atreverías a negar que en el punto más álgido de las fiestas las canciones “dolidas” son las más coreadas? Pues hay algo de cierto en lo que se dice por ahí: “Cuando estás contento, cantas la letra; cuando estás triste, la entiendes”, por lo que sí, la música se vuelve una aliada para poder superar el sufrimiento… llegando a estar presente hasta cuando ya estás con la “nueva etapa”.

Por otro lado, el desamor también ha formado parte de múltiples películas, series y novelas; y esto tiene mucho sentido, pues los artistas son seres sensibles, por lo que al pasar por este dolor se vuelcan en su arte para sanarse. Al hacer este acto permiten identificarse con quienes se acercan a sus obras, generando así una catarsis compartida; ya que también es cierto que al vivir el mal de amores se suele recurrir a manifestaciones artísticas para sobrellevar el peso del destrozado corazón.

Claro, adicional a esto están los típicos consejos de: sal con tus amistades, distráete, enfócate en ti y en todo lo que querías hacer y pospusiste por dedicarte a tu relación. Típicas “recetas de cocina” que se repiten hasta el cansancio… porque funcionan.

Quizás el atractivo del mal de amores reside en el hecho de que si se está presentando en el momento actual, se debe a que en el pasado hubo un sentimiento tan puro y real: amor. Y eso es algo que vale la pena vivir; porque cada vez que salimos de un desamor, lo hacemos siendo una persona distinta a la que entró, y eso construye una mejor versión de cómo vivimos nuestras relaciones.

Si en estos momentos te encuentras atravesando por este sufrido mal, solo recuerda que ni siquiera el dolor dura para siempre y podrás “sobrevivir” con una mayor fortaleza de la que tenías antes. Recuerda que cada quien tiene su propio tiempo para vivirlo, por ahora, date el gusto de sentirlo, llora, canta, lee, come helado y tárdate lo que tengas que hacerlo, es un día a la vez, ya después estarás sonriendo como antes.