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El apego y las relaciones. Por: Karina Nova

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Hace poco leí una frase en Facebook que llamó considerablemente mi atención, decía algo así como “Sí ella floreció después de que la dejaste, entonces la plaga eras tú”…

Si realmente floreciste como persona y lograste satisfacciones en tu vida después de una ruptura, puedes pensar que la frase tiene algo de sentido y hasta apetece darle un “me divierte”, lo complicado es ver la otra cara de la moneda en todo esto.

Cuando comienzas a leer un poco más sobre el tipo de personas y sus apegos, puede que estemos a unos pasos de dejar de ser esos jueces y víctimas que al ego le gusta sacar a relucir y de las cuales se divierte enormemente.

Según el Dr. John Bowlby, existen 4 tipos de apegos: APEGO SEGURO, ANSIOSO AMBIVALENTE, EVITATIVO y finalmente el APEGO DESORGANIZADO.

Hablemos de estos tipos de apego y cómo se vinculan unos con otros cuando hablamos de relaciones de pareja.

Describamos brevemente cada uno de ellos.

APEGO SEGURO: Este tipo de apego es en el que el infante pudo contar con unos cuidadores que cubrieron sus necesidades lo suficientemente bien como para sentirse seguros y saber que podrán contar con ellos cuando sea necesario.

APEGO ANSIOSO AMBIVALENTE: Los infantes con este tipo de apego tuvieron cuidadores con lapsos de cercanía en los que hicieron esfuerzos por entenderlos y al mismo tiempo se toparon con momentos en los que fueron tratados con total indiferencia.

APEGO EVITATIVO: Este tipo de apego surgió en infantes cuyos padres o cuidadores no estuvieron presentes emocionalmente y, en ocasiones físicamente, causando en el infante una sensación de inseguridad, rechazo y abandono.

APEGO DESORGANIZADO: Este tipo de apego hace una confluencia entre el apego evitativo y el ansioso ambivalente, en el que el infante tristemente ve a sus cuidadores o figuras paternas como aquellas personas que los deben proteger, pero que al mismo tiempo son aquellos de quienes recibieron maltrato.

Viendo este resumen de lo que significa cada uno de estos cuatro apegos podemos darnos cuenta de cómo podrían ser las relaciones de pareja de estos niños en su edad adulta.

¿Qué pasa cuando tenemos a una pareja conformada por un ansioso ambivalente y un evitativo?

Al principio de la relación todo puede ir de maravilla, ya que el ansioso habrá encontrado en el evitativo a aquella persona que lo escucha, que eventualmente ofrece algún tipo de soporte ayuda, consuelo, etc., pues el ansioso es meramente una persona que disfruta de hablar y hablar sobre diversos temas; al principio de la relación ambos se sentirán seguros dentro de sus espacios, uno hablando y el otro simplemente escuchando. El ansioso habrá encontrado a la persona que “lo entiende”, y el evitativo se sentirá cómodo, puesto que no tendrá mayor dificultad en ser esa persona que solamente escucha y que reacciona con alguno que otro intercambio de información sin ir más allá, ya que las personas evitativas suelen no hablar sobre su vida íntima, ni comunicar situaciones personales que los preocupen, no les gusta abrirse.

¿Cuándo surgen los problemas en esta relación de pareja? Bueno, gradualmente el ansioso comenzará a querer saber más sobre su pareja, en algún punto se dará cuenta de que su pareja sabe mucho más de él y que poco sabe sobre el otro, buscará recibir más de esta persona que al principio solamente se dedicó a escuchar, el ansioso pedirá, indagará, necesitará estas muestras de cariño, de apoyo, estas recompensas emocionales que no tuvo durante su infancia.

Por otro lado, el evitativo comenzará a sentirse acorralado, detonará estos focos de alarma por no saber cómo reaccionar ante algo que no conoce, incluso el “exceso” de muestras de afecto serán demasiado para él, puesto que no está acostumbrado a externar sus sentimientos, no es una persona cariñosa, puesto que no recibió cariño, no es una persona que esté acostumbrada a mostrar más allá de lo que él quiera mostrar.

Cuando la persona con apego evitativo empiece a sentirse acorralado tenderá a alejarse y buscará estar solo, comenzará a sentirse asfixiado y se pondrá a la defensiva, mientras que la persona con apego ansioso comenzará a resaltar aún más su ansiedad, exigiendo cada vez más aquello que necesita y obligando al otro a irse.

Esto no quiere decir que no puedan estar juntos, pero sí tendrá mucho que ver el que ambos sepan de dónde vienen y qué tan dispuestos están a mejorar por el bien de la relación. Si la persona con ansiedad está dispuesta a entender que el evitativo no está acostumbrado a tantas muestras de cariño, y el evitativo comienza a estar dispuesto abrirse un poco más, quizás podamos salvar el amor que exista entre ambos.

Sin embargo, si una persona desconoce qué tipo de apego tiene y lo mismo pasa con las personas con las que convive y no aprenden a hablarlo, a investigarlo, no podrán llevar sus relaciones más allá, seguirán sintiéndose lastimadas y ofendidas, atacadas e invadidas, cuando lo único que tienen que entender es la diferencia con la cual fueron condicionadas.

No existe un manual exacto que nos haga ser mejores padres, tampoco podemos educar a nuestros hijos del mismo modo cuando son personas completamente diferentes entre sí, lo que sí podemos hacer es educarnos, concientizarnos para poderles brindarles un apego lo más saludable posible.

Cuando las relaciones terminan por el desconocimiento de este tipo de información, es lamentable, es triste y por demás doloroso para ambas partes. En un principio, el evitativo sentirá “alivio”, ya que se habrá “librado” de la amenaza a su intimidad que representaba el ansioso, y por otro lado, la persona ansiosa sentirá que no recibió ni el amor, ni la comprensión que él le brindó durante ese tiempo juntos, aunque no podemos culpar al otro por algo que definitivamente tiene su raíz en el tipo de apego que desarrollamos de nuestros padres o cuidadores.

¿Las personas pueden cambiar su tipo de apegos? La respuesta es sí.

El primer paso es hacernos conscientes de cuál es nuestro tipo de apego.

Ahora imagina qué tipo de relación podrías llevar con uno u otro tipo de apego una vez que hayas identificado el tuyo, en este caso solo te mostré un ejemplo de algo que muchos de nosotros hemos vivido, pero… ¿qué pasaría si nos educáramos más sobre el tema, sus variantes y posibles soluciones? ¿Qué tipo de relación llevarían dos personas evitativas? ¿Dos personas ansiosas? O relaciones mixtas, ¿apego seguro con un ansioso?

En este caso, mi intención era mostrarte que no necesariamente cuando terminamos una relación y a uno u otro les comienza a ir “bien o mal” es por una cuestión karmática.

Si tomamos las leyes del espejo como referencia, esa persona pudo haber fungido como el reflejo de tus necesidades y ahora tienes la posibilidad de mejorar, buscar ayuda o simplemente liberarte de ese dolor agradeciendo por lo vivido, porque en este plano todos somos maestros y todos somos alumnos, nadie es mejor o peor que nadie, la clave siempre estará en reconocer a nuestro YO.

Si me permites te dejaré un par de recomendaciones de lectura sobre el tema.

Una base segura, de John Bowlby


Ser padres conscientes, de Daniel Siegel y Mary Hartzell

Hasta pronto.

#KariNova

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El ego, tu peor enemigo.

Asesoría sobre el dominio del ego: 7352142141

Correo: karinova3737@gmail.com

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