Cuando estaba en la secundaria, el 14 de febrero me regalaban paletitas rojas, chocolates, peluches, globos con frases bonitas, rosas, tarjetitas y cartas hechas a mano. Todo eso me dieron gracias a las buenas obras realizadas por San Valentín de Roma, para casar soldados cristianos con sus prometidas, a escondidas de Claudio II.
Según la historia, al ser descubierto, fue mandado a decapitar. Los días que estuvo esperando en prisión para su ejecución, vio que la hija del juez había quedado ciega y pidió a Dios que la joven tuviera la dicha de poder ver otra vez. San Valentín le regaló un papelillo a la joven, como forma de despedida. Ella, sin entender el motivo, abrió el papel y, logrando ver una vez más, leyó una frase que decía «De tu Valentín».
Este día, desde hace más de 1500 años, es una oportunidad de celebrar el amor cortés, típico de la época medieval, y el cariño de la amistad sincera. Pero desde el siglo XIX, las referencias al corazón y al dios romano Cupido se fueron multiplicando debido a la mercadotecnia capitalista masiva. Ahora, la invasión de contenido del Día del Amor y la Amistad nos hace pensar que la única forma de pasar el día es regalando cosas. El consumismo mediático nos hace buscar, de manera consciente o inconsciente, unirnos a la celebración para cumplir con determinados patrones culturales y pertenecer al molde de la sociedad; es por eso que tenemos el deber de comprar cuanto bombón, dulce, peluche o boleto de película romántica se nos ponga enfrente.
Ponerte cursi, regalar cosas y demostrar cariño a la gente que quieres es bonito y está bien. Sentirte enamorado, pensar en tu amorcito y salir con tus amigos está increíble. Pero para que no gastes a lo loco en efímeros regalos, te recomiendo que busques la manera de expresar tu amor sin depender de adquirir los bienes materiales que la sociedad clasifica como «los más románticos». Tus seres queridos pueden sentirse mal si no les compras algo, porque la mercadotecnia nos hace esperar este día un objeto que represente el afecto que sentimos por nuestras personas especiales; pero, justamente porque lo importante es el significado y no el objeto, podrías preferir regalar tiempo de calidad, experiencias memorables o un detalle personal hecho con el amor de tus manos y tu corazón.
Kelly Tairi Trejo es diseñadora gráfica de Comunicación Global Design.