Duelen los pies, pero descansa el alma
Por: Lily Figueroa
Los grandes escaladores llegan a la cima de las montañas, al techo del mundo, cansados, agotados, con ampollas en los pies, pero la vista sin duda alguna es hermosa. Cuántas veces en el día no sentimos morir y desfallecer porque no todo sale como quisiéramos, o porque a veces nuestros sueños se ven frustrados, pues bien, no desistas, seguramente estarás escalando algo más grande que tú mismo.
Querido lector (a), a veces en la vida no recibimos el apoyo que esperamos, los obstáculos se vuelven más grandes de lo que deberían, el camino se precipita y parece que no hay salida o solución a nuestro problema, aumenta el estrés, las preguntas existenciales se vienen en plena madrugada, y lo único que deseas en ese momento es detenerte por un segundo y llorar, sacar todo ese dolor, sí, este es tu sentimiento, está bien, no te preocupes, detente un segundo en tu andar, llora, enójate, saca todo, haz tu catarsis personal y cuando te canses de llorar, solo retoma el camino y sigue, a veces quisieras ir acompañado de los que amas, pero ellos no están obligados a entender tu sueño o a seguirlo; sin embargo, un día, ya en la cima, no los olvides, solo entiéndelos y no te rindas, el mejor aprendizaje se conoce en la soledad.
El cansancio y la fatiga, incluso el hambre, son necesarios para el desarrollo de ese proyecto tan importante que tienes, son el sinónimo de las ampollas hacia la cima, no te rindas, vas por buen sendero, por el que puedes llegar a la culminación de tu máximo sueño y no a tu zona de confort.
Al final, lo único que queda es el camino diario recorrido junto con tus experiencias, la felicidad, el éxito, tus sueños tienen un costo, no son para cualquiera, son para aquellos que tienen la capacidad de avanzar cada día, aunque les duelan los pies, pero disfrutarás de una vista que no podrán todos aquellos que se quedaron por el camino.
¡No desistas! Llegarás a la cima y fortalecerás tu vida.
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