Este 15 de junio se celebra o conmemora una vez más el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, es una fecha propuesta y obviamente reconocida por la ONU con el objetivo de concienciar primero y luego denunciar el maltrato, abuso, sufrimiento y, por consiguiente, invisibilización a los cuales son sometidos muchos ancianos tanto en nuestro país como en distintas partes del mundo.
Pero la primera pregunta que debemos hacernos es si tenemos la libertad de conmemorar esta lucha cuando muchos de nuestros viejos siguen siendo maltratados y abusados por la sociedad en general, por las instituciones y, lo que resulta aún peor, por sus propios familiares.
Sabedores somos de que se han creado leyes e instituciones para protegerlos, pero bajo ninguna visión rigorista valdría la pena preguntar si lo hemos logrado; ciertamente reconocemos avances, pero hace falta, predominantemente, una toma de conciencia de la sociedad, en lo individual y en lo colectivo y gubernamental.
La vejez deberá visualizarse como un proceso natural y no como una enfermedad a la que se llega como un mero destino inevitable; por cierto, considerando que cada una de las etapas de la vida tiene grandes cambios a los cuales, en definitiva, hay que adaptarse, desde aquí podrían surgir varias interrogantes:
- Por qué tememos tanto al hecho de envejecer.
- Por qué intentamos a menudo a cualquier costo esconder o retrasar la vejez.
- Por qué, de manera consciente y preventiva, no hacemos por construirla para no llegar a ella con tanta vulnerabilidad.
Según un informe de la OCDE, para el 2050 uno de cada cinco mexicanos será mayor de 65 años.
La condición necesaria para envejecer sanamente y sin tanta dependencia y vulnerabilidad está más bien ligada a las aptitudes de hacer frente de una manera flexible a los cambios que el envejecimiento provoca, y estas se basan en la capacidad de afrontar las pérdidas y su consecuente duelo, capacidad que debe ser adquirida a través del desarrollo de la propia vida, de ahí la importancia de la previsión de un valor bien entendido y de un orden estrictamente preventivo.
Puntualizando, se requiere:
- Soporte económico
- Proveerles pertenencia familiar y social
- Apoyo en la soledad (soltería, viudez, abandono, etc.)
- Actividad ocupacional recreativa, terapéutica y generativa
- Programas de esparcimiento
- Concienciación en el ejercicio de su autonomía e independencia
- Apoyo religioso y o espiritual
- Promoción del autoamor del autocuidado
- Generarles una visión futurista
- Que desarrollen sentido y propósito de vida
Algo que evitará, o por lo menos disminuirá los efectos del envejecimiento en cuanto a maltrato de las personas adultas mayores, deberá ser un involucramiento activo de ellos, lo que comprende varios aspectos, como desarrollar una visión de envejecimiento fundamentada en valores y actitudes positivas y propositivas, y no necesariamente a la defensiva, así como fomentar conductas y hábitos creativos.
Para concluir, podemos hablar, en definitiva, que es nuestra sociedad la que está enferma sí, pero, entre otras cosas, de indiferencia y de soledad porque solo genera contactos interpersonales superficiales, muy convencionales y, en la mayoría de los casos, intrascendentes.
Así que el camino es largo y nos queda mucho por hacer por nuestros viejos es un compromiso de todos.
Qualis vita finis ita.
(Según es la vida así es su final)
José Manuel Gaytán Galindo es médico y autor de En la + última de las bancas.
