Érase un 10 de diciembre de hace tan solo 74 vueltas al sol, el año de 1948 en París, Francia, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas, a tres años de su creación, se reúne para positivar la más grande y trascendental historia desde las luchas milenarias en los distintos hitos históricos por el principio primigenio de la dignidad humana, y darle vida a la legitimidad y estructura a la legalidad desde una cosmovisión multi, pluri e intercultural a la historia de amor más profunda y filantrópica, ideológica y filosóficamente; a la historia más mística desde las mismas perspectivas espirituales del ser humano de una manera laica; a la historia más antigua desde el mito de la creación humana; a la historia más científica desde la anatomía oculta de la metáfora del templo en la representación antropomórfica del cuerpo y el cerebro humano, el mismo ADN y su evolución filogenética, así como de la propia teoría evolutiva del universo.
Historias contenidas dentro de la redacción de sus 30 artículos sustentados y desarrollados sobre los tres principios de libertad, igualdad y fraternidad, en cuyo texto original de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas –árabe, chino, español, francés, inglés y ruso– hablados por miles de millones de personas, al pipil, hablado por unas 50 personas en El Salvador y Honduras; convirtiéndose, la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) en el documento más traducido en todo el mundo: con un lenguaje tan concreto y sencillo en su interpretación literal y exotérica, conteniendo aun un código esotérico incluso para los mismos estudiosos de los derechos humanos, en la geometría sagrada que conforman y simbolizan los 30 artículos sobre los tres principios y el principio primigenio de la dignidad humana para elevar a la humanidad hacia un avance transversal.
Donde concibo que a un año más de su declaración hemos de acercarnos a ellos cada vez más íntimo y supremo para la educación y cultura para la paz, ya que solo existe una manera de entender y comprender los derechos humanos profundamente, y sobre todo en lo que se fundamentan, y es conociendo todas sus formas de historia, reconociendo todas las antiquísimas culturas, civilizaciones y sociedades que han contribuido para ello y sobre todo comprendiendo su historia oculta, que siendo este un acto histórico para consolidar la paz mundial, tal como sus principios de interdependencia e indivisibilidad, los derechos humanos han de compenetrarse al interior de cada ser humano en su universalidad para la progresividad del mismo, sino continuaran siendo solo eso, palabras hermosas en un papel.
Víctor Yuen Lau es especialista con posgrados en psicología, sexología, desarrollo humano y derechos, con enfoque multidisciplinario en psicopolítica. Doctor Honoris Causa por múltiples instituciones académicas. Además, masónicamente ha sido Venerable Maestro de una de las logias más antiguas de México.
