Son muchas las situaciones de vida que se combinan y determinan nuestra condición de salud, y muchas de las circunstancias de vida en la infancia han dejado efectos en el organismo.

Las diferencias entre las condiciones que atravesamos cuando somos niños o cuando somos adultos son la conciencia y responsabilidad que tenemos sobre lo que vivimos en este momento. Antes, fueron nuestros padres quienes afrontaron las situaciones de salud que tuvimos. Pero hoy, el único responsable de nuestra salud es uno mismo. Solo yo puedo formar nuevos hábitos que favorezcan a mi organismo.

Ante un cambio en las condiciones de salud, el reto es mejorar los hábitos de alimentación y estilo de vida para beneficio de todo el organismo, practicando nuevas conductas que mejoren el estado físico, emocional, familiar y social. Sin embargo, todas las conductas necesarias para favorecer nuestra condición de salud dependen de las creencias, valores, autoconcepto, emociones, etc., todo aquello que tenemos en la mente. Entonces, cuando el especialista nos dice: «Requiere cambiar sus hábitos», es necesario cambiar nuestra forma de pensar, aceptar la nueva condición de vida y eliminar toda información basada en mitos o tradiciones. Por ello, para mejores y más rápidos resultados, podemos empezar por las creencias y luego, por ende, cambiarán las conductas. Y con esto estamos hablando de la salud mental.

Resistencia al cambio

El estilo personal para enfrentar las nuevas condiciones de salud es producto de nuestras creencias y hábitos. La razón por la que una persona que se resiste al cambio, después del diagnóstico médico, puede deberse a varios factores, por ejemplo:

1. Difícilmente piensa que padecerá una enfermedad que interfiera en su vida en general, por lo que es indiferente a los cuidados preventivos por mucho tiempo, tal vez creyó que nunca le iba a pasar.

2. Ha escuchado muchos mitos e información negativa. Las creencias personales, los hábitos, sumados a la información negativa y los mitos sobre la enfermedad, dificultan el poder aceptar, asimilar y cambiar nuestros hábitos.

En estos casos, es importante la intervención psicológica para reforzar el tratamiento médico de enfermedades crónico degenerativas.

Una nueva condición de salud requiere realizar un proceso de cambio psicológico, físico y social. El primer paso a nivel psicológico es reconocer y aceptar la nueva condición de vida. Del tiempo que nosotros tardemos en reconocer la nueva condición y disminuir la resistencia al cambio, se determinan los años de vida saludable que viviremos.

Por ello, es fundamental llevar un apoyo psicológico y emocional como complemento de un tratamiento multidisciplinario en este tránsito hacia la nueva condición de salud.

Apoyo psicológico en los tratamientos multidisciplinarios

Un tratamiento multidisciplinario es la intervención coordinada de varios promotores de la salud con el objetivo de dar tratamiento integral al padecimiento de las personas. Doctores, enfermeras, nutriólogos, psicólogos, acondicionadores o entrenadores físicos, entre otros profesionales de la salud.

Por ejemplo:

1. Requerimos del médico especialista para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad
2. La mayoría necesitamos que nos asesoren sobre nutrición para mejorar las condiciones de nutrición en menor tiempo posible y
3. En el caso de que existan efectos emocionales, como falta de aceptación del diagnóstico, el impacto en su autoconcepto, tristeza, desesperación, ansiedad o autosabotajes en el tratamiento, el psicólogo ayuda en el cumplimiento de objetivos, a manejar las emociones experimentadas, lograr la aceptación de la nueva condición de vida de salud y a mejorar hábitos.

Apoyo psicológico para disminuir el tiempo de adaptación a la nueva condición de salud

Posterior al diagnóstico, se pueden presentar algunas alteraciones emocionales, producto de la impresión que se vive, en ocasiones son tan fuertes que hacen que nuestros mecanismos de defensa psicológicos se activen. Los mecanismos de defensa psicológicos son reacciones automáticas del cerebro que tienen la función de brindar protección a la mente. Estos se activan si se pone en riesgo nuestro contacto con la realidad debido a un suceso fuertemente impactante a nivel psicológico.

Los psicoterapeutas ayudan a las personas en el hacer conciencia de que la condición de salud ha cambiado y que se puede vivir en esta nueva condición. Se establecen estrategias, se trabaja con el dolor, la frustración o tristeza producto de las enfermedades.

Los psicólogos, en un tratamiento multidisciplinario, trabajamos con las creencias míticas, las alteraciones perceptuales, los mecanismos de defensa que se hayan activado, las conductas de autosaboje y alteraciones emocionales en general. Todo con el fin de favorecer el tratamiento médico y, por ende, el estado de salud de la persona.

Y la pregunta del millón de dólares…. ¿Se produce algún cambio en la salud al trabajar con el psicólogo en estos padecimientos? La respuesta es SÍ… un rotundo y categórico SÍ.

Las personas pueden plantearse su nueva condición de salud de mejor forma, cumplir con los tratamientos al pie de la letra… ¡Es más! Algunos especialistas y sus investigadores confirman que su sistema inmunológico funciona de mejor forma, por ende, la recuperación es mayor.

Recuerda, ningún sistema de nuestro organismo está separado de nuestro sistema nervioso y de nuestras emociones. Con solo cambiar nuestros pensamientos y sentimientos, tú, yo y todos podemos mejorar la salud.

*Carlos Adalid Posos Jaime, autor Best Seller de Malas jugadas de la mente: Entre la locura y la cordura, es psicólogo. Durante los 20 años de ejercicio clínico ha desarrollado una metodología para la atención de casos en jóvenes y adultos, probada en consultantes mexicanos e hispanohablantes.