Todo proyecto, negocio y empresa nació con un sueño. Poco a poco los sueños toman forma y de ser una idea nebulosa, empiezan a definirse los conceptos y los alcances. Cuanto más claras son las definiciones, más claros son los impulsos de realización y las probabilidades de éxito.
Todo este cúmulo de ideas, conceptos y alcances deben ser sintetizados en la razón de ser del proyecto, en la definición del objetivo de la empresa, en la definición de la necesidad que va a solucionar… en la Misión.
Así tenemos que la Misión es la definición del objetivo de la empresa. Define, sintetiza el sueño de los creadores. Orienta cuando hay incertidumbre, clarifica en tiempos de oscuridad. Le da sentido y significado a la empresa.
Hace muchos años, en tiempos parecidos a los actuales, una gripe muy agresiva y mortal amenazaba con llegar a Estados Unidos. La Merck tenía la vacuna para ese virus. El dilema radicaba en la inversión necesaria. Era muy cuantiosa y no tendría retorno si la gripe no llegaba a América. La Misión de la Merck indicaba que debían proteger la salud de la humanidad. La decisión se hizo fácil. Fabricaron la vacuna y la gripe nunca llegó. Las enormes pérdidas económicas fueron compensadas con el apoyo de la gente que supo de este gran esfuerzo y de la congruencia de la empresa con su Misión. Hoy día, la Merck es una de las empresas farmacéuticas más prestigiadas del mundo.
En todo ejercicio de Planeación Estratégica, de mejora continua, de aseguramiento de calidad y de muchos otros diversos procesos de certificación, se parte de la Misión de la empresa. Algunos consideran tedioso este proceso, pero debemos saber que sin Misión no hay forma de orientar los esfuerzos, no hay destino.
Hay que identificar que mientras más trabajo cuesta definirla, es más claro lo poco permeado que está en la empresa, el conocimiento de las legítimas querencias de los fundadores.
Hay quien define la Misión en términos de retornos saludables a los accionistas. Esto es legítimo pero inútil, confunde. Toda empresa, salvo las filantrópicas y de ayuda, tienen la Misión implícita de generar retornos positivos a sus accionistas, pero esa no es la Misión, es la consecuencia de haber logrado de alguna forma y en algún nivel el haber dado servicio a alguien, el haber satisfecho la necesidad de alguien, el haber cumplido de alguna forma con la Misión.
La Misión debe ser amplia, por ejemplo, quien está en el negocio de los tranvías debe ampliarse al transporte o el que está en el negocio del cine debe ampliarse al entretenimiento, etcétera. En tiempos tan cambiantes, de tan rápida evolución y desarrollo tecnológico, se vuelve fundamental ampliar nuestros horizontes y visión.
Asimismo, nos orienta, pareciera que nos ayuda a decidir qué camino debemos seguir. Hoy día, ante retos cada vez más demandantes, el desafío que deben vencer las empresas consiste en desarrollar la capacidad de diseñar sus propios caminos.
Serán caminos nuevos, diseñados por la propia empresa, pero siempre orientados a cumplir con la Misión. Después de todo… ¡La Misión es la única razón de su existencia!
Luis Alberto del Río
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