Sin temor a equivocarme, puedo decir que hay una relación directa entre el optimismo y la capacidad de innovar efectivamente. Aquellas comunidades escépticas sobre cómo recuperarse, cómo reinventarse y sus posibilidades del presente y el mañana, la están pasando mal: el miedo les está embargando a un nivel abrumador. Mientras que las personas y comunidades que se mantienen optimistas que, a pesar de la situación económica global, son positivas y siguen buscando opciones de negocio, están observando resultados positivos, pues, encuentran nuevos nichos de mercado y posibilidades novedosas de dar retorno a sus negocios, incluso con pequeños cambios en sus organizaciones.
Por ese motivo, me ha llamado la atención el caso de la emblemática cadena de cafeterías Starbucks. Recientemente, dio a conocer con optimismo, el cierre de hasta 400 sucursales en el próximo año y medio. En una profunda transformación de su modelo de negocios, la empresa va a introducir al mercado el formato de “Recolección”. Se trata de que los clientes ordenen con anticipación y paguen vía su aplicación en el celular, para ir a recoger su pedido o bien, recibir sus productos a través de Uber Eats.
De ahora en adelante, la “experiencia” será más el producto que el lugar mismo. Según la información y análisis de Starbucks, ya desde antes de la pandemia los clientes estaban modificando sus hábitos de consumo: ocho de cada diez compras eran para llevar.
Hoy, más que nunca, ratificamos que los momentos de crisis son tiempos de oportunidades, y que las organizaciones están obligadas a innovar. Nadie duda que la forma de hacer negocios en el mundo cambiará fundamentalmente en los siguientes años.
En un principio, los líderes se están enfocando en mantener las empresas en marcha, en sus mercados tradicionales, pocos son los que están pensando en innovar y no le invierten mucho a este renglón, y es que la mayoría de los ejecutivos son muy cautelosos y esperan a una estabilización de la economía.
Las cosas ya no serán como solían ser, muchos factores han cambiado radicalmente y el entorno trae insolvencia, nuevas realidades en la distribución o el marco legal, etcétera; todo aquello sobre lo que se cimentó el desarrollo de ayer podría haber dejado de tener vigencia hoy. Entonces, ¿qué debemos hacer para innovar?
- Revisar nuestro portafolio de clientes y productos, e identificar su comportamiento durante el último año, con fuerte énfasis en el último trimestre.
- Rediseñar productos que están impulsándose en este momento, y que tengan opción de generar más valor en estos tiempos, y esto puede hacerse viendo la susceptibilidad que existe de eliminar alguna funcionalidad o generar una nueva, sin que haya inversiones mayores.
- Agilizar el desarrollo de nuevos productos y servicios que atiendan a necesidades de clientes activos, y que nos ayude a reinventarnos, pero también a estar vigentes en esta “nueva competitividad”.
Con ánimo positivo, con optimismo, los líderes de las empresas tendrán que armonizar los diferentes ecosistemas con los que interactúan. Con todo y crisis, las organizaciones que se reinventen, en las que exista colaboración plena, y sean capaces de innovar con rapidez, podrán seguir generando riqueza para su ecosistema.
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Cultura de Cambio “Crece con valores y nuevos comportamientos”
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