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Paseo por el tiempo. Parte 1. Por Sofía Castro

Emma estaba en el tren con sus amigos de camino a un pueblo cercano a su ciudad.

Ella, la verdad, no quería ir al pueblo porque antes fue un campo de guerra y ahora dicen que está maldito, pero sus amigos la convencieron; ya estaban en el tren, así que no había vuelta atrás. Álex vio su cara de miedo y la empezó a calmar.

—En serio, todo va a estar bien, es un pueblo como cualquier otro, solo que con una historia más… interesante, no te preocupes. —Ella solo asintió, seguía preocupada, pero ya estaba mejor.

Cuando salieron de la estación vieron que el pueblo estaba casi vacío.

—Genial, ¡es un pueblo fantasma!

—No es un pueblo fantasma, Emma. Seguro que la mayoría está en la ciudad.

Pasaron algunas horas explorando el pueblo y platicando; en eso, Valeria propuso ir a las afueras del pueblo, Emma estaba poco convencida, pero al final aceptó. Después de unos minutos de caminar encontraron una cueva con un letrero que decía “PELIGRO. No Pasar”.

—Hay que entrar.

—Claro que no, Val, ¿no ves lo que dice el cartel? Nos meteríamos en muchos problemas si lo hacem… ¡Ash, ya se metió! Vamos, Emma, no la podemos dejar sola.

—Álex y Emma se metieron a la cueva cuando encontraron a Valeria explorándola.

—¿Ya vieron este lugar? Es increíble.

Tenía razón, al explorar más se dieron cuenta de que ya no se parecía a una cueva, los pisos eran de mosaico, tenía varias mesas y sillas, mucha tecnología del siglo pasado y marcas de una explosión.

—¿Dónde nos metimos?

Siguieron explorando cuando, por accidente, Álex, al querer prender una computadora, presionó un botón que activó una alarma.

—¡Apágalo! —Gritaron Emma y Valeria al mismo tiempo.

—No sé cómo.

—¡Vuelve a oprimir el botón! —gritó Emma.

Cuando Álex volvió a apretar al botón, la alarma se detuvo, pero justo después apareció una máquina con forma de cápsula al fondo de la sala, la máquina empezó a vibrar y después de unos segundos se prendió, la cápsula se abrió y de ahí salieron caminando cuatro personas que parecían muy desorientadas.

Había dos mujeres y dos hombres, como de 30 años, tenían ropa que se usaba hace siglos y parecían haber salido de una batalla. Los cuatro se bajaron de la cápsula.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó una de las mujeres.

—No sé, pero tengo un dolor de cabeza horrible —contestó uno de los hombres.

—Lo último que recuerdo fue que nos metimos a la máquina, ¿habrá funcionado? —preguntó la otra mujer.

—Eso espero, si no, no sé qué haremos.

—Oigan, ¿quiénes son esas personas? —El otro hombre se había dado cuenta de la presencia de los chicos.

—Emm… Yo soy Emma, y ellos son mis amigos Álex y Valeria —intentó ocultar que le temblaba la voz.

—¿Cómo lograron pasar? La entrada estaba bien protegida. —La mujer parecía estar preparada para atacar.

Esta vez fue Álex quien habló:

—Nosotros solo pasamos por la cueva, no había nada que lo impidiera.

—Eso no es posible, tenemos la mejor tecnología para que nadie descubra este lugar.

¿Son espías?

—Claro que no son espías, parecen de unos 15 años, son muy jóvenes.

—¿Disculpen, qué es lo que está pasando? Nosotros solo estábamos explorando y de repente ustedes aparecieron en una máquina, ¿me pueden explicar por qué? —preguntó Valeria.

—Bueno, nosotros tampoco estamos seguros de qué está pasando, y lamento si los asustamos. Yo soy Regina, ella es Jessica y ellos son Emiliano y Luke. Ahora se tienen que ir, están a punto de llegar los soldados y nos tenemos que preparar. Esta vez no podemos fallar.

—¿Por qué habría soldados aquí? —cuestionó Alex.

—Porque estamos en guerra, dah. —Respondió Luke.

—No, no lo estamos, hace años que no hay una guerra por aquí —aclaro Emma.

—¿Y la tercera guerra mundial? —preguntó Jessica.

—Acabó hace como dos siglos. De hecho, en este pueblo se llevó a cabo una de las derrotas que definieron el resultado de la guerra —explicó Valeria.

—No, no, no. Eso no puede ser. Acabamos de estar ahí, sí estábamos perdiendo, pero la máquina nos iba a enviar días antes de la emboscada. —Regina parecía estar al borde de un colapso.

—¿Entonces no funcionó? —cuestionó Luke.

—No, no funcionó, de hecho todo lo contrario, lo empeoró todo —le respondió Emiliano.

Emma no entendía de qué estaban hablando, pero parecía muy grave.

—¿Qué fue lo que no funcionó? —preguntó Álex

—Bueno, esto es de alta confidencialidad, pero la verdad no creo que ahora importe.

Esa —Regina señaló la máquina­— es una máquina del tiempo creada por el gobierno por si algo salía mal, poder ganar la tercera guerra mundial. Nosotros somos… éramos un equipo especial para ayudar a ganar la guerra, ya que tenemos tecnología muy avanzada. Hace dos siglos nosotros estábamos en nuestra base cuando un ejército llegó y nos atacó inesperadamente, estábamos perdiendo, así que usamos la máquina para volver unos días antes de la emboscada y prepararnos, pero algo pasó, no sé qué fue, y ahora estamos en el futuro.

—Esa es mucha información que asimilar en tan poco tiempo —dijo Valeria.

—Sí, para nosotros también es mucho que asimilar —agregó Emiliano

—¿Qué fue lo que pudo salir mal? —preguntó Jessica.

—No lo sé —admitió Regina.

—Esperen, ¿entonces existe el viaje en el tiempo? ¿Y ustedes son personas que peleaban en la guerra? ¿Y vivían en el pasado, pero ahora están en el año 2340? —Álex estaba asombrado.

—Sí, pero lo que en realidad importa es saber por qué la máquina no funcionó —contestó Luke.

—¿Creen que algo la pudo haber dañado con el ataque, o que tenía un problema interno? —cuestionó Jessica.

­—Claro que fue algo externo. Yo ayudé a construirla y funcionaba a la perfección —respondió Emiliano, un poco ofendido.

—Hay marcas de una explosión que no recuerdo, tal vez cuando nos metimos a la máquina lanzaron una granada, eso descompuso algo, y por eso no funcionó el viaje —sugirió Jessica.

—Puede ser, no hay manera de confirmarlo; sin embargo, es una buena teoría —Regina no parecía muy convencida, pero no dijo nada más.

—Bueno, puedo ver qué se dañó, pero me tomará un poco de tiempo inspeccionar toda la máquina y ustedes no me podrían ayudar, así que se pueden ir a explorar el futuro y volver en unas horas —sugirió Emiliano.

—Nosotros los podemos guiar y explicar qué es lo que ha pasado en las últimas décadas —se ofreció Emma.

—Okey, entonces te quedas aquí y nosotros iremos con ellos a saber qué ha pasado.

Todos, excepto Emiliano, salieron de la cueva y se dirigieron al pueblo.

—Me muero de hambre, ¿podemos ir a una cafetería, por favor? —pidió Jessica.

—Sí, por aquí hay una muy buena. —Emma empezó a guiarlos.

Al llegar a la cafetería ordenaron comida, y Valeria, Alex y Emma les empezaron a explicar algunos sucesos que pasaron en los últimos dos siglos. Les contaron acerca de cómo acabó la tercera guerra mundial, la división de los continentes, sobre la inestabilidad gubernamental, las guerras pequeñas pero constantes. Con cada nueva historia, todo tipo de emociones se asomaban en sus caras: desesperanza, ira, tristeza, decepción. Después les explicaron cómo estaba el mundo actualmente, que ya no estaban en guerra, pero que la sociedad podría volver a caer fácilmente; que las tecnologías habían crecido mucho, al igual que el crimen. Cuando terminaron su resumen de los últimos siglos ya habían pasado dos horas, así que decidieron volver a ver qué había descubierto Emiliano. Nadie habló en el camino y cuando llegaron encontraron a Emiliano escribiendo en una libreta.

—¡Ya llegaron! Bien. Ya descubrí qué fue lo que se descompuso, estoy haciendo la lista de cosas que necesitamos para repararla, ¿por qué están tan tristes?

—Descubrimos algunas cosas sobre lo que ha pasado en los últimos dos siglos —respondió Regina.

—¿Y? —preguntó Emiliano, estaba emocionado por saber qué es lo que había pasado.

—No es nada bueno —contestó Luke.

Emiliano parecía desilusionado con esa noticia, aunque no era el único, todos estaban frustrados al saber que el mundo no había mejorado con el paso del tiempo.

—¿Se van a quedar a mejorar el mundo? —preguntó Alex.