Eventos

septiembre 2024
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30  

Las conexiones que hacemos a través de un mando. Por Héctor Islas León

Hoy en día tenemos acceso a todo el conocimiento del mundo en la palma de nuestras manos. Podemos consultar bases de datos, bibliotecas inmensas, o incluso a otras personas a través del Internet.

Nos hemos vuelto dependientes de esta red de una manera que no nos hubiéramos imaginado hace apenas unos 20 o 25 años. “Nos ha podrido el cerebro”, dicen algunos. Pero también ha servido para cultivar relaciones de una manera totalmente diferente a lo que conocíamos antes: algunos lo hacen con redes sociales, otros a través del correo electrónico y algunos otros a través de foros de discusión.

Una de las tecnologías que han implementado el Internet casi exclusivamente como una forma de conectar con otras personas son los videojuegos, y estos han venido a cambiar totalmente la forma en que interactuamos y vemos a otros, porque ya no necesitamos estar en la sala de nuestras casas, sentados con la persona con la que estamos jugando, sino que podemos conectar, competir, colaborar y conocer a una persona en otro rincón de nuestro planeta sin siquiera necesitar una consola.

El llamado “multijugador de sillón” fue, desde que se inventaron las consolas de videojuegos modernas, un pasatiempo que unía a las personas por unas horas para pasar un rato agradable. Competir con familiares en Mario Party, disfrutar partidas contra amigos jugando Halo o competir por la gloria en Crash Team Racing era algo que podías hacer solamente cuando todos estaban reunidos en el mismo lugar. Pero cuando Xbox decidió lanzar su servicio “Xbox LIVE”, cambiaron la jugada para siempre. No fueron los primeros en intentar jugar a través de Internet con otras personas, claro, pero fueron los que lo volvieron la norma. Después de eso veríamos a Xbox, PlayStation y al Wii de Nintendo incluir conectividad a Internet para competir con personas conocidas y desconocidas en otras partes del mundo.

Empezaron a surgir formas de convivir a través de las plataformas que antes solo permitían jugar: salas de chat por voz, micrófonos y teclados, mensajes privados y formas diferentes de conectar con un juego y, más importante aún, de conectar con las personas que están al otro lado.

Claro, da miedo pensar en que estamos hablando con desconocidos, pero también crea un sentimiento de empatía pensar que estamos disfrutando de la misma actividad. ¡A todos aquí nos gusta esto! Este sentimiento llevó a la creación de lo que ahora se llama “comunidades en línea”: grupos de personas que comparten el gusto por algo en específico. Claro que no fue solamente por los videojuegos, pero la “comunidad gamer” tuvo un estallido tan grande, que dominó un espacio de comunicación masiva casi por completo: YouTube. Desde videos chuscos, tutoriales para completar juegos, compartir la primera experiencia de un juego, ver a alguien superando un juego de terror y encontrar a más gente con el mismo gusto por los videojuegos ya no requiere que ambas partes tengan una consola y, menos aún, que el juego sea para más de un jugador. Y mejor aún, puedes conectar con los creadores de los videos, puedes conectar y estar de acuerdo y en desacuerdo con las personas en los comentarios. Pero todo está grabado. Lo que vemos ya sucedió. Así eran las cosas hasta que aparecieron las plataformas de streaming en vivo.

Nuevamente, los videojuegos comenzaron dominando estos espacios, por fin podías decirle a la persona que está jugando que tenga cuidado con ese zombie al dar la vuelta por el pasillo, puedes preguntarle qué piensa o por qué hace ciertas cosas y puedes convivir, en tiempo real, con personas que están viendo lo mismo que tú. Esa convivencia se siente real, se siente viva. Esta convivencia ha logrado crear amistades y relaciones con personas que no sería fácil de conocer en nuestro día a día fuera del ordenador.

Esta es la realidad para muchas personas a diario. Así como tenemos a nuestros grupos de amigos en la escuela o el trabajo, tenemos también a nuestra comunidad en Internet. Tenemos amigos con los que nos conectamos por medio de los videos que vemos. “Viste que Arin y Dan ya jugaron el nuevo Zelda?”, “¡Estaba viendo el QSMP con mis amigos! ¿Verdad que Jaiden es muy linda con Quackity?”. Conectamos por Twitter, Tumblr, YouTube o Twitch con nuestras reacciones. “Acabo de jugar Final Fantasy VII por primera vez, no me creo lo que hizo Sephiroth”, “acabo de dibujar mi idea para la siguiente generación de Pokémon”, “¡Si alguien sabe cómo terminar la noche 5 sin que venga corriendo Foxy, dígame ya, porque me aterra!”. Incluso, estas comunidades nacidas del amor por un videojuego han llegado tan lejos que se juntan a reunir dinero para la caridad. Jugando videojuegos juntos, retándose mutuamente incluso en peleas de box, que ahora son eventos monumentales.

Uno diría que nunca ha jugado un videojuego, pero en nuestro teléfono tenemos también formas de jugar con otros. Desde los juegos muy obvios como CandyCrush y cómo competimos con nuestros amigos de Facebook, hasta páginas web como GarticPhone o la maravilla del encierro durante la pandemia, Among Us. Los videojuegos nos han acercado a la gente que queremos, nos han dado un puente para conocer personas que viven lejos, y nos seguirán dando maneras de romper barreras de idioma y de distancia a través de experiencias, historias y hasta de otras personas. Se ha vuelto una total aventura que comienza cuando presionas un botón desde tu mando: compartir.

Héctor Islas León:

Youtube, Twitch,  Instagram
/ppr580, /ppr580, @ppr580

Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es logo_transparente-300x135.png