Encontrar el comportamiento de intimidación en nuestros hijos puede ser crucial para abordar el problema y brindar el apoyo adecuado. Recuerde, el acosador también es un niño que tiene algunos problemas y necesita orientación y protección.
- Comportamiento agresivo: busque signos de agresión física o verbal hacia otros niños, como golpes, patadas, insultos o comportamiento amenazante. La intimidación a menudo implica un desequilibrio de poder, con el niño ejerciendo dominio sobre los demás.
- Daño intencional: Si un niño demuestra consistentemente un patrón de lastimar o menospreciar intencionalmente a otros, puede ser una señal de comportamiento de intimidación. Esto puede incluir difundir rumores, excluir a otros o usar las redes sociales para acosar o intimidar a sus compañeros.
- Falta de empatía: los acosadores pueden carecer de empatía hacia sus objetivos. Pueden ignorar los sentimientos o el bienestar de los demás, mostrando poco remordimiento por el daño que causan.
- Manipulación y control: La intimidación puede implicar controlar o manipular a otros. Manténgase atento a las señales de un niño que intenta controlar las situaciones sociales, dictar lo que hacen los demás o ejercer constantemente su poder sobre los demás. Ahora, no confunda este comportamiento con un buen líder. Los niños a veces pueden exhibir estos comportamientos por el bien de los demás sin manipularlos o controlarlos. A veces, son solo pequeños líderes en desarrollo.
- Aumento de la agresión o el dominio: un niño que se vuelve cada vez más agresivo o dominante podría indicar un comportamiento de intimidación. Esto puede manifestarse como un cambio abrupto en su personalidad o actitudes, volviéndose más conflictivos o buscando oportunidades para imponer su autoridad sobre los demás.
- Baja autoestima: A veces, los niños se involucran en conductas de acoso como una forma de compensar sus propias inseguridades o baja autoestima. Pueden menospreciar a los demás para sentirse mejor consigo mismos o para encajar.
- Historia previa de intimidación: si un niño tiene antecedentes de conducta de acoso, debemos monitorear de cerca sus interacciones con los demás. Los niños que intimidan como hábito pueden requerir intervención y apoyo adicionales para abordar los problemas subyacentes que causan su comportamiento.
Recuerde, es crucial abordar estas situaciones con cuidado y buscar la orientación de profesionales, como maestros, consejeros escolares o psicólogos infantiles. Pueden ayudar a evaluar la situación y apoyar tanto al niño que participa en el comportamiento de intimidación como al niño que está siendo acosado. Hay que tener presente que todos somos importantes y que los niños que se comportan como acosadores necesitan apoyo, orientación y seguimiento para que podamos asegurarnos de que contribuyen positivamente a nuestra sociedad.