Detectar conductas de acoso en nuestros hijos puede ser crucial para abordar el problema y brindar el apoyo adecuado. Recuerde: el agresor también es un niño que tiene problemas y necesita orientación y apoyo.
1. Comportamiento agresivo: busque signos de agresión física o verbal hacia otros niños, como golpes, patadas, insultos o comportamiento amenazante. El acoso a menudo implica un desequilibrio de poder, en el que el niño ejerce dominio sobre los demás.
2. Daño intencional: si un niño demuestra constantemente un patrón de lastimar o menospreciar a otros intencionalmente, puede ser una señal de comportamiento de intimidación. Esto puede incluir difundir rumores, excluir a otros o utilizar las redes sociales para acosar o intimidar a sus compañeros.
3. Falta de empatía: los agresores pueden carecer de empatía hacia sus víctimas. Es posible que ignoren los sentimientos o el bienestar de los demás y muestren poco remordimiento por el daño que causan.
4. Manipulación y control: El acoso puede implicar controlar o manipular a otros. Esté atento a las señales de que un niño intenta controlar situaciones sociales, dictar lo que hacen los demás o ejercer consistentemente su poder sobre los demás. Ahora bien, no confunda este comportamiento con el de un buen líder. En ocasiones, los niños pueden exhibir estos comportamientos por el bien de los demás sin manipularlos ni controlarlos. A veces son sólo pequeños líderes en ciernes.
5. Mayor agresión o dominio: un niño que se vuelve cada vez más agresivo o dominante podría indicar un comportamiento de intimidación. Esto puede manifestarse como un cambio abrupto en su personalidad o comportamiento, volviéndose más confrontativo o buscando oportunidades para imponer su autoridad sobre los demás.
6. Baja autoestima: A veces, los niños adoptan conductas de acoso como forma de compensar sus propias inseguridades o su baja autoestima. Es posible que menosprecien a los demás para sentirse mejor consigo mismos o para encajar.
7. Historia previa de acoso: si un niño tiene un historial de comportamiento de acoso, debemos monitorear de cerca sus interacciones con los demás. Los niños que intimidan como hábito pueden requerir intervención y apoyo adicionales para abordar los problemas subyacentes que causan su comportamiento.
Es fundamental abordar estas situaciones con cuidado y buscar orientación de profesionales, como profesores, orientadores escolares o psicólogos infantiles. Pueden ayudar a evaluar la situación y apoyar tanto al niño que participa en un comportamiento de acoso como al niño que es acosado. Recuerde que todos somos importantes y que los niños que se involucran en comportamientos de intimidación necesitan apoyo, orientación y seguimiento, para que podamos asegurarnos de que estén en su camino para ser contribuyentes positivos a nuestra sociedad.