El Día de Muertos es una tradición mexicana que une a pueblos a lo largo y ancho de México y es celebrada de múltiples formas el 1 y 2 de noviembre, un gran número de hogares en México separan una mesa o un mueble pequeño para poner un altar de muertos que incluye fotos de aquellos que han traspasado el umbral de la muerte y mostrándoles que tanto en sus hogares como en sus corazones continúan siendo recordados.
México tiene un sinfín de tradiciones, pero en lo personal el 2 de noviembre está cargado de mucha magia, nostalgia y recuerdos, pareciera un poco descabellada la idea de celebrar a los muertos, pero va más allá de eso, es algo más trascendente. Por una vez al año podemos sentir a ese ser querido cerca de nosotros, imaginar que su alma va a su hogar y ve cómo sigue siendo recordado con amor, que su legado permanecerá vivo en cada uno de los que formaron parte de su familia y seres queridos.
Poner un altar para tu difunto es todo un ritual lleno de amor y nostalgia, desde el momento de tener que elegir la foto ideal para decorar su altar, buscar la decoración y acomodo más bonito hasta recordar todo aquello que disfrutaba en vida, desde su comida favorida, dulces, bebidas o postres.
“Los muertos no mueren, solo cambian de piel
y siguen viviendo en nuestros corazones”.
El último adiós
Estoy de rodillas al pie del altar terminando de poner la última decoración de esta, las veladoras alumbran detalladamente el rostro de cada uno de los integrantes de mi familia que han dejado este plano, pienso y miro con nostalgia aquellos rostros que en vida me hicieron reír, me cobijaron y me dejaron lecciones que no olvidaré.
Un día me lamente por no haberme despedido de ellos, de no haberles dicho lo mucho que los amaba y que hacían de mi vida más hermosa, hoy se que con cada uno de ellos tuvimos nuestro “último adiós”, desde esa última carcajada con mi primo, esos besos y abrazos de mi tía, y esa ultima mirada de mi abuela que se sintió como si por última vez reconociera a su nieta.
Pienso en las miles de formas que diariamente podrían ser nuestra última conversación, las risas, los abrazos o besos con todas las personas que nos rodean, hoy en día me planteo disfrutar cada momento con la gente que amo, reírme con gusto, amar sin medida, abrazar hasta el cansancio y charlar hasta que me quede sin un tema de conversación, así el día que me falten o yo les falte, nos quedemos con la sensación de que esa última ocasión que nos vimos, se sintió como la despedida más bonita, fue nuestra risa más escandalosa, o el abrazo más tierno que existió.
Y que logramos tener nuestro último adiós.
