Cuando escuchas la palabra bruja, inmediatamente piensas en Salem y todo lo que implica la muy reconocida “cacería de brujas”. Sin embargo, aunque este pueblo se ha vuelto el referente por excelencia, lo cierto es que las brujas fueron perseguidas en diferentes lugares del mundo… y en distintas épocas. Tal vez incluso… hasta ahora.
La palabra bruja tiene un serie de características a su alrededor, y sí, incluso conlleva un destello de miedo y suspenso. Nos han enseñado a temerle a esta figura, pero es inevitable sentir una especie de atracción hacia ella. Saber de hierbas, hablar lenguas distintas, proveer remedios… la mayor parte de las características se limitan al conocimiento que otros no dominan, a darle una ráfaga de poder a la mujer.
En un escenario a oscuras, con poca iluminación, objetos, títeres, proyección multimedia, música y, por supuesto, tres actrices, Caracola Producciones da vida al enigmático texto de Jimena Eme Vázquez, No todas viven en Salem, el cual relata la historia de tres mujeres, de distintas épocas y de distintas edades, que son consideradas brujas. Además, las historias de ellas se entrelazarán con otras referentes a la misma temática, todo con la única intención de que el espectador se cuestione ¿qué es ser una bruja?
Desde que se pronuncia la primera palabra, el público ha caído en el conjuro dirigido por Gina Botello y ya es parte de aquello que se le presenta. La entonación poderosa de Elvira Cervantes, Karina Miranda y Daniela Rodríguez, conjuntada con su presencia y el excelente dominio del escenario, mantiene cautivos a cada uno de los espectadores. Apoyándose de cada sencillo elemento que está a su alrededor, incluso del propio vestuario, nos transportan a 1692, al siglo XV y a 1968, a la vez que nos muestran el sentir y el pensar de cada una de las brujas que interpretan.
Cada objeto utilizado es parte de la alegoría de las brujas —por ejemplo, el suelo hace referencia a una tabla ouija—, que juega a favor de las mujeres en escena y genera en el público todas aquellas emociones que debería crear la mención de la palabra bruja al momento de su concepción: miedo, inquietud, escalofríos… Sin embargo, no todo es tan oscuro como parece, ya que también hay espacio para la comedia y para la identificación, pues nada es totalmente “bueno” o totalmente “malo”… incluso las brujas.
No todas viven en Salem es la sexta creación de Caracola Producciones y con la que concluyen el ciclo “Perspectiva de género y el teatro de imagen”, la misma fue realizada con el apoyo del programa de Co-producción y Residencia Artística 2018 del Teatro La Capilla. Desde su creación, la compañía se ha enfocado al teatro de objetos, perfeccionándose cada vez en esta disciplina, lo que queda de manifiesto en esta puesta en escena.
A través del ambiente creado, reforzado con la música, y las excelentes actuaciones del elenco, el público se verá inmerso en un mundo imaginario del que no querrá —ni podrá— salir durante 60 minutos. Al final, solo quedará el replanteamiento de la figura a la que tanto se nos ha enseñado a temer, además de la satisfacción de haber invertido una hora de nuestro tiempo en un montaje que vale totalmente la pena y que llama a ser presenciado más de una vez.
No todas viven en Salem se estará presentando en el Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico, todos los viernes a las 20 horas, hasta el 11 de noviembre. Puedes adquirir tu boleto ($260) a través de la página oficial del Helénico o directamente en taquilla.
