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Entre velas y tamales. Por Diana Pérez

La fiesta de la purificación de María, presentación de Jesús al templo o la Candelaria se festeja el 2 de febrero, ¿pero qué tienen que ver los tamales en esto?

Según el libro de Levítico, nadie podía tocar la sangre humana porque en ella estaba la vida, y quienes así lo hacían, la derramaban, tuvieran una enfermedad que produjera manchas de sangre, como la lepra, e incluso quienes tocaran la sangre de otra persona cometían un grave pecado y quedaban impuros. Ante esta idea, se consideraba que la mujer quedaba impura en el parto por la sangre derramada al dar a luz. Para purificarse, dicho texto ordenaba que esperara 40 días si había tenido un varón y 80 si había sido niña.

Los padres deberían presentarse en el templo de Jerusalén para cumplir dicha costumbre, llevando consigo una ofrenda fijada por la ley y que consistía en dos animales: uno debía sacrificarse y el otro se dejaba en libertad; las especies variaban de acuerdo con la posición económica de los progenitores, si tenían recursos llevaban un cordero y una paloma; en el caso de José y María, llevaron un par de pichones. Se consideraba que, al sacrificar al animal, la madre volvía a ser pura.

En la purificación de María, Simeón anunció una profecía y con ello dijo que Jesús sería la luz para alumbrar a las naciones, de ahí que se retome la costumbre de las candelas o velas y se denomine la fiesta como la Candelaria. En México, la celebración se mezcló con otros elementos, además de las velas, se acostumbraba vestir al Niño para llevarlo a bendecir a la iglesia, algunos con dos palomas, recordando la costumbre judía.

Actualmente, hay un sinfín de trajes para vestir al niño Dios, aunque, según la iglesia, es una falta de respeto caracterizarlo como algún ángel o santo, ya que es como, digamos, bajarlo de rango. Lo más recomendable es emular las advocaciones de Cristo, como el Sagrado Corazón, Nazareno, Cristo sacerdote, Buen Pastor, Señor de la Misericordia, etcétera.

¿Y los tamales?

Gracias al sincretismo característico en nuestro país, la celebración se mezcló con los ritos prehispánicos, ya que el 2 de febrero coincide con el inicio de la temporada de siembra y, de acuerdo con la costumbre mexica, el maíz se bendecía para después ofrendarlo a la diosa Chalchiuhtlicue y a su esposo Tláloc; lo que posteriormente fue derivando en la preparación de los tamales para esta festividad y, más adelante, obviamente, la tradición de partir la rosca el 6 de enero con amigos y familiares para que a quien le tocara el «muñequito», que en realidad es la representación del Niño Dios, preparara ese delicioso platillo este día, así que ¿de chile o de dulce?