Cuando hablamos de educación, homogeneizamos una perspectiva de la que somos partícipes directa o indirectamente. Ya sea porque en el pasado o en el presente nos vimos envueltas y envueltos en una sincronía de adquisición de conocimientos a la que llamamos, dogmáticamente, educación.
Pese a reconocer la importancia de iniciar este hermoso proceso en casa, con la socialización primaria, cabe destacar que en gran manera “la escuela” nos termina de “formar”. Aquí es donde quiero profundizar, en el tema de la verdadera educación y el sentido que le hemos proporcionado a la escuela. ¿Qué entendemos por escuela? Será que la infraestructura en la que se provocan despertares de consciencia lo es. O bien, ahora que hemos adaptados espacios de nuestra propia casa como habitación, ¿podemos llamarle a esto una escuela?
Si miramos hacia el pasado, nos daremos cuenta que la escuela no solo se refiere al edificio, sino al proceso, al método y a la relación master-aprendiz. Ahora bien, podríamos decir, entonces, que la escuela está en las computadoras, en los teléfonos celulares, en la televisión. ¿Qué relación tenemos con nuestra escuela? ¿Qué es lo importante de la escuela? ¿Sería posible vivir sin escuelas?
Si miramos hacia dentro de nuestras aulas, nos vamos a percatar que las situaciones de cada estudiante son tan distintas. Un tumulto de variables sin definir, que otorgan o bloquean la posibilidad del ser humano para adquirir aprendizaje, ¿qué hacemos con quienes tienen dificultades en casa o carecen de recursos?
Nuestro trabajo no solamente es identificar las necesidades de estudiantes a cualquier nivel, sino proponer soluciones y actuar en pro de la educación. En el entendido que no se bonifica o retribuye económicamente ejecutar acciones de nivelación para quienes están presentando dificultades en la escuela, indiscriminadamente de la situación que les obstaculiza, podemos, humanamente, exhortar a quienes formamos la comunidad educativa, extender nuestros servicios y estrechar vínculos con quienes más nos necesitan ahora.
Considero que es de suma importancia vigilar los procesos educativos desde una perspectiva reflexiva, enfocándonos no solo en el alumnado y profesorado, sino con la intención de hacer valer el derecho humano de aprender, de educarse. Además, ofertar la misma cantidad y calidad de oportunidades al futuro de nuestro país, nuestras(os) educandas(os).
Es indispensable y menester de la escuela misma, brindar herramientas de educación integral. No basta con proveer información, sino promover valores, actividades de autocuidado, empatía, inclusión, equidad, resiliencia y, sobre todo, el deseo de continuar desarrollándose de manera consciente.
No estamos solas(os), estamos unidas(os).
Lic. Evelyn Maricela Valdés García E-mail: evelynvaldesgarcia22@gmail.com
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Cultura de Cambio “Crece con valores y nuevos comportamientos”
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