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Los océanos no reconocen fronteras. Por Alfredo Arellano Guillermo

Los mares no reconocen fronteras políticas; por ello, en el marco del Día Mundial de los Océanos 2024, es necesario hacer una breve reflexión sobre su situación actual en México y el papel que nuestro país tiene en el contexto internacional.

México cuenta con una ubicación geográfica privilegiada, posicionada estratégicamente entre los dos océanos más grandes del planeta. Algunos números dan cuenta de la importancia de los mares y su relación con las costas:

La Zona Económica Exclusiva (ZEE) marina de México, incluyendo nuestro Mar Territorial abarca 3’149,920 km2; es más grande que la superficie continental que tiene 1’959,248 km2. Lo que nos ubica en el quinto lugar entre los países del continente americano con mayor extensión de ZEE.

En el mar territorial contamos con 62 bahías, 164 lagunas costeras, 361 esteros y 1,441 albuferas. Diecisiete estados de la República con 161 municipios tienen acceso al mar y se estiman alrededor de 300,000 pescadores activos, organizados en unas 3,000 sociedades cooperativas.

Nuestro país cuenta con 102 puertos y 15 terminales marítimas que movieron 248 millones de toneladas de carga de altura 60 millones de toneladas de carga de cabotaje y arribaron 2,545 cruceros turísticos movilizando a 7’284,000 pasajeros en promedio anual durante los últimos años.

En cuanto a la conservación de la biodiversidad, se han decretado a la fecha 31 Áreas Naturales protegidas (ANP) marino-costeras, con una superficie total de 90’967,329 ha, de las cuales 6 de ellas son estrictamente marinas. De esta forma, la superficie de conservación en la zona marina es de 44’043,342 ha, lo que representa el 22.05 % de la superficie marina del territorio nacional.

Es importante resaltar que tres ANP se encuentran inscritas en la lista de Sitios de Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); estas son la Reserva de la Biósfera Sian ka’an, Quintana Roo (1987), Santuario de Ballenas en la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno, Baja California Sur (1993) y las Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California (2005).

Los factores de deterioro de nuestros ecosistemas marinos y costeros, incluyendo su biodiversidad, son los huracanes, la contaminación orgánica (descargas de aguas residuales, afluentes de ríos con agroquímicos, residuos orgánicos y otros); la contaminación inorgánica (plásticos, microplásticos, combustibles, aceites, otros), el incremento en la temperatura de los océanos, enfermedades, especies invasoras, floraciones algales y de microorganismos (sargazo, marea roja), daños mecánicos por transporte marítimo, el desarrollo urbano costero con cambios de uso de suelo en manglares y otros humedales, la sobrepesca y pesca furtiva, los derrames petroleros y la minería y extracción de materiales pétreos, entre otros.

Todo ello se encuentra generando presiones, efectos y, en su mayoría, tendencias de deterioro en los ecosistemas de manglares, arrecifes de coral, los bosques de macroalgas, los pastos marinos y los ecosistemas bentónicos (fondos marinos) y pelágicos (columna de agua).

De acuerdo con la organización Ocean Health Index Science, el último índice de salud de los océanos mexicanos se estimó con una calificación de 66 sobre 100. Este índice combina diez componentes u “objetivos” de la salud del océano, entre los que se incluyen servicios clave  de  los  mares  y  zonas  costeras  como:  servicios  de  aprovisionamiento (alimentos,  productos  naturales),  los  servicios  de  regulación, (almacenamiento de carbono, protección costera) servicios culturales (turismo y recreación),  y  los  valores  de  las  aguas  limpias, así como  la  biodiversidad,  junto  con  los aspectos  centrales  del  bienestar  humano  que  se  derivan  de  múltiples  servicios (oportunidades  de  pesca  artesanal  y  actividades  económicas  en  las  zonas costeras).

México ha firmado diversos compromisos internacionales en materia de mares y costas; solo por señalar algunos, están el Convenio para la Protección de Ecosistemas ante Aguas de Lastre; también el convenio para la Protección del Medio Marino ante daños de actividades marítimas internacionales.

Un tema relacionado a este último convenio y pendiente de atender es la iniciativa para nominar al Arrecife Mesoamericano, compartido entre Honduras, Guatemala, Belice y México como una “Zona Marina Especialmente Sensible” a la navegación, ante la Organización Marítima Internacional, que fuera comprometido desde el año 2007 en los Acuerdos de renovación de la Declaración de Tulum.

En los últimos años, nuestro país formó, junto con otros 13 países alrededor del mundo, el “Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible” con el compromiso de gestionar de manera sostenible el 100 % del área oceánica bajo jurisdicción nacional, guiados por Planes Oceánicos Sostenibles, para el 2025 con cuatro ejes de acción:

  • Riqueza oceánica, que incluye: alimentos oceánicos sostenibles, energía oceánica sostenible, turismo oceánico sostenible, transporte oceánico sostenible, nuevas industrias oceánicas sostenibles.
  • Salud oceánica, que incluye: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; proteger y restaurar los ecosistemas marino-costeros; Reducir la contaminación de los océanos.
  • Equidad oceánica: igualdad de oportunidades para que las personas se beneficien del océano.
  • Conocimiento oceánico: desarrollar la educación y las habilidades oceánicas; Tener en cuenta el valor del océano; aprovechar la ciencia, la tecnología y los datos oceánicos.
  • Finanzas oceánicas: financiar la transformación hacia una economía oceánica sostenible.

Los retos de gobernanza para los mares y costas son muchos; nuestro país tiene la gran oportunidad de incluir en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo como eje rector del quehacer gubernamental, al menos estas líneas estratégicas, y diseñar los arreglos administrativos necesarios que permitan implementar el Manejo Integrado de la Zona Costera y la Planificación Oceánica Sostenible. La creación de una Agencia Nacional de Mares y Costas que se encargue de la coordinación, seguimiento, monitoreo y evaluación de la política de mares y costas, puede ser una de las condiciones de mejora para revertir las tendencias de deterioro que actualmente se presentan.

Alfredo Arellano Guillermo es Consultor Senior en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

alf.arellano@hotmail.com

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