El 4 de junio se conmemora el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la vulnerabilidad de los más pequeños en contextos de violencia. Como especialista en infancia, siento una profunda responsabilidad de abordar este tema con sensibilidad y urgencia. La violencia contra los niños es una realidad devastadora que afecta a millones de menores en todo el mundo, y es crucial que como sociedad tomemos medidas para proteger su bienestar.
Los niños, en su inocencia y fragilidad, son a menudo las primeras y más impactadas víctimas en situaciones de conflicto armado, violencia doméstica, explotación y abuso. Según datos de UNICEF, cada año millones de niños sufren las consecuencias de agresiones físicas, emocionales y sexuales. Estos actos no solo les infligen un daño inmediato, sino que también tienen repercusiones a largo plazo en su desarrollo físico, psicológico y emocional.
Es alarmante constatar que en muchos casos, los perpetradores de estas agresiones son personas cercanas a los niños, lo que añade una capa de traición y vulnerabilidad. Las estadísticas indican que uno de cada cuatro niños experimenta alguna forma de violencia antes de los 18 años, y las consecuencias pueden ser devastadoras: desde problemas de salud mental hasta dificultades para establecer relaciones saludables en la vida adulta.
La educación y la sensibilización son herramientas fundamentales para combatir esta problemática. Debemos fomentar entornos seguros y de apoyo tanto en el hogar como en las escuelas. Es imperativo que los adultos a cargo de los niños estén capacitados para reconocer las señales de abuso y actúen de manera oportuna y adecuada. La implementación de políticas públicas que prioricen la protección infantil y el acceso a servicios de apoyo es esencial.
Necesitamos construir un mundo donde cada niño pueda crecer libre de miedo y con la seguridad de que sus derechos serán protegidos.
Es nuestra responsabilidad colectiva garantizar que los niños puedan disfrutar de una infancia segura y feliz. Al educarnos, tomar acción y apoyar a las víctimas, podemos marcar una diferencia significativa. Que este día nos sirva no solo para recordar a las víctimas, sino también para renovar nuestro compromiso con su protección y bienestar.
Los niños son el futuro, y es deber de todos asegurar que tengan la oportunidad de convertirse en adultos sanos y felices. No permitamos que la violencia siga robándoles su infancia. Actuemos hoy para un mañana mejor
Carolina López Alvarado es especialista en Prevención de la Violencia y Fortalecimiento Infantil y Juvenil
