¿Por qué nos da miedo hablar de la muerte?
Por Karina Nova
Al enterarnos de que alguien va a morir o ha muerto, solemos expresarnos con frases como ¿Por qué? ¡qué horror! ¡es una tragedia! ¡pobrecito (a)! ¡qué mala suerte! Sin darnos cuenta que nos estamos poniendo en la posición de jueces y, de verdad te digo, no lo somos, y la persona que está en esa situación no es víctima. Todo es perfecto y estamos aquí para cumplir un propósito.
Muchos tienden a ver la muerte como algo escalofriante y de lo que no se debería de hablar por temor a atraerlo, pero, ¿qué pasa si de vez en cuando se hace una reflexión sobre ella?
La BBC hace algún tiempo realizó un estudio en lo que se denomina “el país más feliz del mundo”, Bután (reino budista en el borde oriental del Himalaya). ¿El motivo de su felicidad? Es que con cierta frecuencia se plantean esta reflexión: si ahora mismo me muriera, ¿cómo me iría?, ¿cómo quedaría con mis seres queridos, con mi entorno, conmigo mismo, con mi misión aquí?, y es precisamente el plantearse estas preguntas lo que los hace vivir intensamente.
En algún momento, dos enfermos de cáncer terminal de pulmón conversaban después de una charla sobre espiritualidad, ciclos de vida, de elecciones y pactos que se hacen antes de encarnar. Uno de ellos aseguró que el cáncer le había dado la oportunidad de reconciliarse con su familia y consigo mismo, que se encontraba listo para irse y efectivamente, murió dos días después, el otro por su lado aseguró que todo lo dicho en la charla era mentira y que si él tenía esa enfermedad era por mala suerte. Ambas opiniones son válidas.
Hablar sobre la muerte y reflexionar sobre ella es liberador, te hará mover fibras muy profundas, ocultar a una persona enferma que va a morir, es quitarle la oportunidad de reconciliarse y tiene todo el derecho de hacerlo.
Aprende de ellos lo que tengas que aprender y enséñales, lo que les tengas que enseñar, para eso estamos aquí, algunas veces para ser maestros y otras para ser alumnos.
Bendiciones.
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