Tenía 15 años cuando tuve mi primera relación sexual, me sentí perdida, sin saber qué se supone que tenía que hacer, con miedo de no cumplir, con inseguridad de mi cuerpo, con temor de salir embarazada o con alguna enfermedad; la verdad es que no lo quería hacer, pero la bendita “presión social”, querer ser igual que mi círculo y la aceptación de mi entonces pareja vencieron mi voluntad. Siendo mujer y viviendo en un país completamente machista, la realidad es que la presión de cumplir con tu pareja y tenerla “contenta” es muy grande.
Hoy en día volteo a ver a esa niña de 15 años con tantos miedos e inseguridad y no la culpo de nada, la abrazo y comprendo que las cosas que pasaron no fueron más que el resultado de una mala educación sexual, y un entorno en el que hablar del tema no era tan bien visto, porque si hacías preguntas solo te volteaban a ver feo; debo decir que a pesar de cómo me inicié en mi vida sexual aprendí mucho de ello, después de eso me informé y me di cuenta de las cosas que eran y no correctas, que debía hacerme de un criterio propio y no debía quedar bien con nadie más que conmigo.
Claro que hay cosas que me hubiera gustado conocer de una manera adecuada, con la información necesaria para cuidar de mi y de mi pareja; recuerdo que en la secundaria tuve mi primer acercamiento a lo que era salud sexual, mi profesora de biología nos mostraba clips animados, esa era mi clase de salud sexual, con ellos nos mostraba las partes íntimas de hombres y mujeres, había otro donde, de manera algo radical, nos decía lo malo de tener relaciones a corta edad, y esa fue la educación que mi generación recibió, una generación que por la edad los videos se tomaban más a burla que en serio, y en casa ni tocar el tema porque los padres no sabían cómo hablarnos de ello. Finalmente, tu primera experiencia sexual no era nada de lo que pensabas o te habían “enseñado”.
Hoy en día si bien ya se habla más abiertamente del tema, aún nos falta mucho camino por recorrer, es importante entender que la educación y salud sexual nos compete a todos, empezando con lo más importante: el núcleo familiar, es importante que los padres de familia puedan hablar abiertamente de estos temas, enseñar a sus hijas a cuidarse, a no hacer cosas que no quieran o estén listas para hacer, y a los hijos enseñarles que siempre es correcto cuidarse y respetar a su pareja y tomar decisiones con mutuo acuerdo y consentimiento.
Aprovechando que el tema sexual hoy en día se habla más abiertamente, hay que hacer conciencia, cuidar de nuestros hijos y parejas, no solo se trata del tema placer, va más allá y es que en una sociedad donde nos espantamos por ver niñas menores siendo madres o jóvenes teniendo infecciones sexuales, no nos ocupamos en cambiar las cifras, no nos gusta ver esos casos, pero tampoco nos gusta enseñar a los jóvenes a cuidarse y evitar todo ello.
Te invito a ti, padre de familia, a hablar con tus hijos, entender que el momento puede ser divertido y puede disfrutarse más si aprendemos a cuidarnos y cuidar de nuestra pareja; la responsabilidad está en todos: en ti, padre de familia, en tu hijo que inicia su vida sexual y en su pareja que lo acompaña, más vale tener a tiempo esa “conversación incómoda” que preguntarse después qué se hizo mal.
Una sexualidad libre, placentera y cuidadosa puede aportar a nuestras vidas una buena cantidad de disfrute, placer y salud.