La Batalla de Puebla fue un importante triunfo para México que representa la valentía y el patriotismo mostrado por los hombres mexicanos, comandados por el general Ignacio Zaragoza, haciendo que este hecho de armas sea un símbolo de la defensa de la soberanía y la independencia de la nación, donde el pueblo mexicano se enfrentó valientemente al ejército profesional del Segundo Imperio Francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille.
Este hecho contribuyó a la construcción de la identidad del pueblo mexicano y hasta la actualidad significa libertad, además es considerada una de las celebraciones que se conmemoran en los Estados Unidos por los mexicanos, confundida con la Independencia de México, a pesar de que no tiene nada que ver ni con Estados Unidos ni con la Independencia.
El conflicto armado ocurrió a consecuencia de la Guerra de Reforma, la cual había dejado al país en una grave situación económica. La guerra civil que aconteció de 1858 a 1861, librada entre los bandos liberales, liderados por Benito Juárez, y conservadores, logró sobreponerse y triunfar, haciendo valer la legalidad a la presidencia instaurando las Leyes de Reforma.
En julio de 1861, Los estragos de la guerra, la negativa del bando conservador y de la Iglesia de apoyar la reconstrucción económica del país, así como de otorgar préstamos al gobierno liberal, llevó al gobierno de Juárez a solicitar un plazo de 2 años para el pago de deudas, situación rechazada por Francia, Inglaterra y España, firmando la Convención de Londres, donde acordaron enviar un contingente militar a México. Ante esta amenaza, Benito Juárez invitó a resolver esta situación de una manera diplomática entre las naciones, el entonces secretario de relaciones exteriores, Manuel Doblado, consiguió que tanto España como Inglaterra desistieran del pacto de guerra, asentándose en los Acuerdos de la Soledad, en los que el gobierno mexicano se comprometió a realizar dichos pagos; sin embargo, el gobierno francés, en su afán de expansionismo, aprovechando la situación tan delicada en la que se encontraba el país, no cumplió con lo pactado y, rompiendo el Tratado de la Soledad, inició una invasión armada en México. En abril de 1862, con el apoyo del bando conservador, los franceses emprendieron desde Córdoba, Veracruz, una campaña militar hacia el centro de la República.
El ejército francés contaba con soldados experimentados y bien armados. Ante la amenaza de una intervención, el presidente Juárez dispuso la organización de las guardias nacionales y del cuerpo del Ejército de Oriente, comandado por el entonces general Ignacio Zaragoza, quien decidió concentrar sus fuerzas en la ciudad de Puebla y ponerlas en estado de defensa, con el objetivo de enfrentar en ese lugar a las fuerzas invasoras.
La primera batalla importante donde el ejército mexicano venció tuvo lugar en las cumbres de Acultzingo, Veracruz, avanzando de igual manera el ejército francés en su ruta hacia la capital, su siguiente parada era Puebla. El 5 de mayo de 1862, siendo las 9 de la mañana, con el disparo de un cañón mexicano, dio inicio la jornada más gloriosa que se ha registrado en México.
Francia concentró su fuerza de tanque sobre el Fuerte de Guadalupe, lanzando su primer embate a este punto, a pesar de la superioridad en armamento de las fuerzas invasoras del francés Charles Ferdinand Latrille, estas fueron detenidas por las tropas mexicanas, las cuales se dividieron de la siguiente manera:
La primera carga de las fuerzas francesas fue detenida por el Sexto Batallón de Guardia Nacional del estado de Puebla (antes mal llamados los zacapoaxtlas), voluntarios indígenas originarios de Tetela de Ocampo, que conformaban el grueso del batallón con 115 hombres, Xochiapulco y el distrito de Zacapoaxtla, comandados por el coronel Juan Nepomuceno Méndez. El general Zaragoza dispuso que la brigada de Porfirio Díaz, constituida por los batallones de Guardia Nacional de Oaxaca, Guerrero y Morelos, cubrieran los accesos a la ciudad por el camino de Veracruz; por su parte, la defensa del flanco derecho del Fuerte de Guadalupe fue liderada por los generales Felipe Benicio Berriozábal, Francisco Lamadrid y Antonio Álvarez con las tropas del Estado de México y San Luis Potosí; asimismo, en el lado izquierdo se encontraba el general Miguel Negrete al mando de la Segunda División de Infantería, el resto de artillería con el general Santiago Tapia dentro de Puebla, además del general Ignacio Mejía, el coronel José Solís, entre otros mexicanos.
Sin embargo, la Batalla de Puebla también dio lugar a traiciones, pues, ya se comentó anteriormente, del lado francés peleaban los conservadores como Leonardo Márquez Almonte y Antonio de Haro y Tamariz, entre otros que lucharon contra el ejército republicano mexicano.
A las 5:49 de la tarde se recibió un telegrama dirigido al ministro de guerra, que causó tranquilidad y se recibió con júbilo, pues constituía el aviso de retiro del ejército francés.
El triunfo fue magnífico, un éxito logrado con las divisiones de la sociedad, las condiciones desfavorables de inferioridad numérica y armamento ante el que se consideraba en esa entonces el mejor ejército del mundo.