Bullying. Si bien el término es reciente, lamentablemente, su presencia en las aulas escolares es muy remota. Como mujer millennial que estudió la educación básica a fines de los 90 e inicios de los 2000 puedo dar fe de ello, pues lo viví en propia piel. Durante la primaria, un gran entusiasmo por participar en clase, pero con dificultades para poder hacer amigos, pasar los recreos sola, mi color de piel y padecer de sobrepeso me hicieron blanco de varias burlas y desaires, cuando tuve que empezar a usar lentes, a causa de la recién detectada miopía, las cosas empeoraron.
Al ingresar a secundaria, lo único que cambió fue mi entusiasmo por participar, que fue básicamente nulo, pero las burlas llegaron a estar presentes por los otros aspectos mencionados. También me convertí en el objetivo principal de un grupo de tres compañeras, solamente porque cometí el «gravísimo» error de fijarme en el chico que también le gustaba a una de sus amigas, la cual iba en el mismo grupo de clases que él. Sobra decir que yo no le era indiferente al chavo en cuestión, por lo que sus intentos por ridiculizarme enfrente de él eran frecuentes y duraron los tres años de secundaria.
Sobreviví a todo este bullying gracias a mi pequeña red de apoyo, pero claro, lo que verdaderamente me rescató y terminó el asunto por completo fue mi ingreso a educación media superior.
Mi caso es uno de tantos que se replican en gran parte —si no es que en todas— las escuelas de educación básica, no solo del país, sino de todo el mundo. Por otro lado, soy consciente de que lo que yo viví es una de las situaciones más leves que pueden presentarse, ya que, afortunadamente, yo no fui agredida físicamente y en ese entonces no existía este boom de las redes sociales, las cuales exhiben a mayor escala el bullying y llevándolo más allá del plantel y horario escolar.
Y es que resulta que se considera acoso escolar o bullying a cualquier acto de violencia verbal, física o psicológica ejercido por un estudiante —o grupo de estudiantes— a otro, en escuelas de educación básica, con el único fin de intimidar o controlar a la persona que lo sufre. Ahora bien, para que estos actos puedan ser calificados de acoso escolar o bullying deben presentar abuso de poder (comportamientos reiterados de agresión física, intimidación o amenaza para humillar o transgredir emocionalmente con el fin de someter a quien está en desventaja) y repetición y sistematicidad (actitud persistente para vulnerar la condición física y emocional de otro, la cual rompe con las pautas de conducta y valores de la escuela). En un inicio esto se limitaba a las instalaciones educativas, sin embargo, con el uso desmedido de las redes sociales, el bullying también ya incluye el ciberacoso.
Los números al respecto son alarmantes, pues se estima que algo más de 1 de cada 3 estudiantes, cuyas edades están entre los 13 y 15 años, en todo el mundo sufren acoso escolar o bullying.
Por ello, a partir del año 2011, se lleva a cabo el Día Internacional contra el Bullying o Acoso Escolar cada 2 de mayo, fecha que fue establecida por asociaciones de padres y varias organizaciones no gubernamentales, con el propósito de generar conciencia sobre el riesgo que conlleva el bullying en niños y jóvenes a nivel mundial. Asimismo, se busca establecer mecanismos y protocolos de actuación ante casos de esta índole.
Cualquier caso de bullying puede y debe ser denunciado, no solo por quien lo sufre, sino también por sus padres, los padres de quién ejerce el acoso si lo detectan, docentes o directivos de la escuelas, amigos de quién lo sufre o cualquier integrante de la comunidad escolar.
Ahora bien, cabe mencionar que en México, la mayoría de los estados cuentan con leyes para prevenir y erradicar esta situación, mismas que contemplan elaboración de planes de intervención, obligaciones y competencias de autoridades y sanciones al personal docente si estos no se cumplen.
Adicionalmente, existen otras iniciativas por parte de la sociedad para tratar reducir y erradicar los casos de bullying, por ejemplo, el libro de Aldo Gómez, Transformando el bullying. No obstante, es de suma importancia aclarar que nada de esto es suficiente si no se crea conciencia al respecto desde el hogar.
Si eres víctima de acoso escolar o has sido testigo de algún caso, no te calles, ¡denuncia! Este es el primer paso para poder darle solución.