Desde niño, siempre se me complicó interactuar con los demás y hablar en público, por lo que en ese tiempo yo sentía que no podía comunicar lo que yo quería o sentía, pero sin darme cuenta de que ya lo hacía; pues contaba historias, mostraba mis emociones, incluso lo que me gustaba y lo que no, a través de dibujos, ya que desde muy pequeño me nació el gusto de dibujar todo. Al pasar el tiempo, fui creciendo y entendí que esa era una forma de expresarme y comunicarme; sin embargo, yo quería algo más, quería poder plasmar todo lo que me pasaba por la cabeza, pues tenía muchas ideas que surgían de mi imaginación, incluso de mi propia vida, experimenté con diferentes expresiones artísticas como el mismo dibujo, la pintura, la música, incluso el maquillaje, pero aún me faltaba algo, yo quería que tuviera forma, estructura y coherencia.

Al pasar los años y alcanzar los estudios superiores, a la hora de elegir una carrera, a base de recomendaciones y mi propia investigación, me topé con el Diseño Gráfico. Así que, al inicio, de manera errónea, yo lo veía como una plataforma para formarme como ilustrador, no obstante, al entrar en la carrera se me volteó el mundo de cabeza, pues entendí que el Diseño Gráfico era mucho más.

Desde que entré, los maestros me decían que no iba a estudiar Diseño Gráfico por o para dibujar bonito, sino para interpretar ideas, conceptos, darles forma y comunicar esas ideas de manera visual, y esto quiere decir mucho, ya que puede ser una ilustración, o una portada, o una fuente o material audiovisual, o un cartel, o el empaque de un producto, o la identidad de una marca, o incluso desde los íconos que vemos en las estaciones del metro, el sintetizar conceptos a su expresión más sencilla y que cualquier persona lo pueda entender.

Me sorprendió ver la caja tan cerrada en la que estaba mi concepto sobre el Diseño Gráfico cuando, literalmente, está en todos lados, desde lo más básico hasta lo más complejo, entonces me enamoró, pues era lo que siempre había querido: poder expresar un concepto sin necesidad de palabras. Se me hizo una profesión hasta romántica y poética, entender que todo funciona para algo, puesto que puedes usarlo como una herramienta para expresar lo que quieres.

Tengo las palabras muy marcadas de uno de los mejores profesores que tuve en mi primer trimestre, en las primeras clases en la UAM Azcapotzalco:

Sáquense la idea de que son artistas, si quieren ser artistas váyanse a Bellas Artes, un artista trabaja para sí mismo, sí, un público interpreta lo que hace, pero el artista trabaja para el artista, ustedes trabajan para los demás, a ustedes les van a decir que quieren y ustedes deben de tener la capacidad de ejecutarlo.

Esto desanimó a la mayoría, dado que pensaban que porque dibujaban bonito o porque estudiando la carrera serían artistas reconocidos, y este es el primer error que comete la mayor parte al estudiar esta carrera, por lo cual, muchos la abandonan, incluso por la famosa expresión «te vas a morir de hambre» o «no hay trabajo». Lo cual, el maestro no lo hizo para desanimarlos, sino todo lo contrario, que fue lo que me paso en mí, me surgió el amor por la carrera, que fue lo que busqué toda la vida, y por fin sentí que estaba en el lugar correcto; ahora, no solo podía expresar lo que yo quería, sino que iba a ayudar a todas esas personas que, como yo, necesitaban decir algo con más que palabras e iba a ser parte de eso, iba a ser esa pieza crucial entre alguien y el mensaje que le quería dar al mundo… Supe, en ese momento, que era a lo que quería dedicar mi vida.

Y hoy me siento orgulloso de dedicarme y vivir de ello y que durante mis contados años de experiencia he podido trabajar en diferentes ramas del Diseño Gráfico. Siempre me llena de orgullo ver que el resultado de mi trabajo cumplió su función, y ahora, que estoy en la rama editorial, me enorgullece poder ayudar a un autor con su portada, interiores y más, que sí, no es mi historia y, sin embargo, fui una parte importante de ella.

Por lo tanto, celebro este día en que se nos reconoce porque somos una parte importante del mundo, aunque a veces no se nos reconozca y realmente pienso que no hace falta que lo hagan, puesto que nuestra mayor satisfacción y reconocimiento es ver que nuestro trabajo cumplió su función.

Entonces, si tú conoces a alguien que se dedica a esto, ¡felicítale!, porque, de alguna manera, somos quien le da forma y color al mundo.