Estaba trabajando cuando recibo los mensajes de mi hermano y mi esposa diciéndome que se iban al hospital, llegué y me informan que mi hijo podía nacer en cualquier momento, pienso: “¡VOY A SER PAPÁ!”; la angustia y el miedo me invaden.

Pienso que nunca nadie está listo para ser padre; en mi caso como padre joven fue complicado asimilarlo, al verlo junto a mi esposa me cae el 20 de que ahí estaba y que no había vuelta atrás, entran los miedos y las dudas como: “¿De verdad estoy listo para esto?”. “¿Soy capaz de cuidar a otro ser humano?”, se siente el miedo de no ser suficiente, y la vida te cambia de un día para otro, así que lo lógico es buscar consejo y apoyo en quienes crees que saben del tema, que generalmente son los padres, que cuando comenzaron a serlo estaban igual de perdidos que tú o incluso más.

Sin embargo, en mi corta experiencia, esto puede salir tanto mal como bien, ya que con tanta presión puedes ser fácilmente influenciado por ideas que no son correctas en lo absoluto, pero hay una de la que quiero hablar en específico, y es la sutil idea que nos implantan de que los padres no somos tan importantes. Claro que si preguntas, la mayoría de las personas te dirán que por supuesto que los padres son importantes, aunque siempre pondrán a la madre en un pedestal mucho más alto, incluso te dirán que un hijo puede estar sin un papá, pero sin su madre… jamás.

En mi caso se manifestó de una manera más discreta, durante el embarazo y después del parto todos los consejos iban dirigidos a mi esposa, y yo me tenía que limitar a escuchar lo que a ella le decían, y claro siempre decían que era “para ambos”, pero siempre se dirigían a ella, hablaban del lazo que se generaba, y entonces aquí yo pienso: ¿Mi hijo no puede tener ese lazo conmigo simplemente porque yo no soy su mamá?, y más de una vez mostré mi inconformidad en estos casos, y me encontraba con la misma respuesta: “o sea, sí te va a querer a ti, pero… me disculpas, pero la mamá es la mamá”.

Y por supuesto que la mamá es parte esencial para un bebé; sin embargo, nuestro papel como padres también lo es, y es importante entender que la paternidad no es una competencia entre ambos, es un trabajo en equipo, porque la clave es complementarse en todas las tareas que implica su cuidado y su crianza.

En general, nosotros, los papás, nos dedicamos a trabajar y debemos proveer a nuestra familia, y eso a veces nos puede hacer creer que no podemos estar tan presentes, pero nada más alejado de la realidad, afortunadamente estoy con una persona que me ayudó a involucrarme y no me dejó de lado.

Mi recomendación: involúcrate con tu bebé, elige junto con tu pareja una o varias tareas específicas que y procura siempre realizarlas tú, por ejemplo, cambiarle el pañal, vestirlo, sacarle el aire después de comer, lo que tú quieras, pero que sea TUYO, para que tu bebé sepa que eso es contigo y que hay cosas que nada más tú haces con él o ella. Así como habrá actividades que tú y tu pareja hagan juntos, como bañarlo, cantarle, hablarle, arrullarlo a la hora de dormir. Sé parte de todo lo que te sea posible, asistan juntos a las citas médicas, y eso te permitirá de verdad conocer a tu bebé y no solo que te digan cómo es; recuerden, es un trabajo en equipo, y verán que todo es mucho más bonito hacerlo juntos.

Me siento muy afortunado de tener a mi hijo, no imagino la vida sin él, y me he dado cuenta de que hay días que solo quiere estar conmigo más que con su madre, hay ocasiones que quiere que yo lo duerma, y sonríe cuando me ve y me escucha, así que a pesar de todo lo que me dijeron, él sin decir una sola palabra me hace sentir la persona más especial del mundo, él llegó a enseñarme que soy su papá y que SOY IMPORTANTE.