Ser madre ha sido uno de los retos más hermosos y maravillosos que la vida ha podido ofrecerme.
Sin duda, es un camino lleno de altas y bajas. De aciertos y errores. Con infinitas emociones en todas sus tonalidades e intensidades.
Ha sido una oportunidad de crecimiento personal, como madre, como pareja y como familia. Siempre digo que los hijos son grandes maestros de vida porque así lo creo firmemente. Ellos nos enseñan por dónde es por dónde no es. Solo debemos estar abiertos y perceptivos para escucharlos, observarlos, sentirlos, y entonces tomarlos de la mano y guiarlos, hasta que llegue el momento en el que ellos estén listos para soltarnos y quieran caminar solos.
Sí, posiblemente asuste, pero debemos confiar en el trabajo que hemos realizado en sus primeros pasos. En los cuales, indudablemente, nos hemos equivocado un sinfín de veces.
Con seguridad, muchas noches te fuiste a la cama pensando y preguntándote si lo hiciste bien, si no fuiste muy dura, si valía la pena, y en ocasiones obtendrías respuestas y quizá en otras no.
Pero más allá de eso, hay otra cosa que puede colocarnos por encima de muchos de los errores que podamos cometer, el amor puro e infinito que sentimos por ellos y que debemos expresarlo cada día, en cualquier oportunidad, con una mirada, un gesto, una sonrisa, una caricia, un abrazo, etc. que nos permita construir, fortalecer y consolidar este lazo entre madre e hijos.
Muchas felicidades a todas quienes han vivido estas experiencias y quieren y se preocupan por hacerlo cada día mejor.
iFeliz día de las madres!
Un abrazo desde el corazón
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