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Tradición del altar de muertos

El altar de muertos es una de las tradiciones mexicanas básicas para la conmemoración del Día de Muertos, que consiste en colocar ofrendas en las casas en honor de quien se adelantó en el camino, especialmente de la familia. Estas pueden ser en varios niveles, en donde los elementos pueden ser más o menos los mismos, debido a su simbolismo y, sobre todo, para recordar a los antepasados, a los difuntos cercanos o, incluso, a personajes ilustres.

Todo esto proviene de un sincretismo entre la ideología prehispánica y la cosmovisión y creencias religiosas de las culturas mesoamericanas.

Hay altares en con diferente distribución y número e niveles o pisos, lo que representa el mundo material e inmaterial, o los cuatro elementos, y en cada uno de ellos se colocan diferentes objetos.

Altares de dos niveles: son una representación de la división del  cielo y la tierra, que simbolizan los frutos que nos da esta y las bondades de los cielos, como la lluvia.

Altares de tres niveles: representan el cielo, la tierra y el inframundo. Tiene  dos significados: la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos, o bien, los elementos de la Santísima Trinidad, según la religión católica.

Altares de siete niveles: son el tipo de altar más convencional, representan los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual. Según la práctica otomí, los siete escalones representan los siete pecados capitales.

Los niveles pueden variar, pero hay elementos infaltables en las ofrendas mexicanas, por ejemplo veladoras, que simbolizan la fe y esperanza que guía a los muertos entre este mundo y el otro; el agua, para saciar la sed de las almas que se cree que vienen a visitar a los vivos; copal para purificar el ambiente. El pan representa la fraternidad, y comida para que los espíritus se alimenten con los aromas que fueron sus favoritos en vida. Flores, como la del cempasúchil, que por su color y olor dirige a las ánimas hacia su hogar. Y algo infaltable es la sal, elemento de purificación, que sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.