Recuerdo que solía ser un niño juguetón, inquieto por crecer, el hecho de vivir en provincia me permitió aprender a vivir entre campesinos y personas trabajadoras, gente de campo, conocedora de sembrar la tierra, sabedora de lo que costaba ganarse el alimento de todos los días.
Yo provengo de unos padres nacidos en un pueblo, mis abuelos se encargaron de educar a mis padres con valores, creencias, costumbres y principios de su época, una época muy bonita para esa etapa de la vida de mis padres, aunque, a decir verdad, mi mamá fue una mujer muy dedicada a su hogar, a sus hijos y a su esposo; mi papá, un hombre con la ambición de superarse y cambiar el estilo de vida de su familia, se entregó a cumplir la metas de tener una profesión, lo que lo llevó a sacrificar —como todo en la vida— a sus hijos y esposa, dejándonos para buscar ese algo que cambiara su vida, ese sueño de mejora de las posesiones materiales, ese propósito de ver a sus hijos realizar cosas diferentes, y a la esposa de quitarle preocupaciones económicas y darle tranquilidad al pasar de los días.
Afortunadamente, yo tenía a mi madre junto a mí y mis cuatro hermanos, entre ellos una única hermana; ser uno de los mayores fue una fortuna para mí, llevar la delantera en aprendizajes y experiencias fue lo mejor para sobrevivir en un ambiente rodeado de carencias. Gracias a mi madre pude salir adelante en mis retos de niño, de adolescente y de juventud.
La fortaleza que me inculcó esa mujer que tanto amo y que tanto dio por mí, en mis momentos de soledad y por la falta de mi padre, el ánimo que infundía, el cariño, la paciencia de vernos crecer, la valentía para protegernos y el cuidado para mantenernos fue lo más grande que pude recibir de ella.
Toda esa sabiduría vertida en mí hizo un hombre con ambiciones, un hombre con valores y, sobre todo, un hombre en la búsqueda de mejora constante, pero lo más importante, un hombre que valoró todo lo recibido de esa grandiosa mujer.
Hoy que mi madre tiene 75 años de edad, en los cuales se vio envuelta en un falso reto de salud, si digo falso es que, por error médico, tomaron el diagnóstico de tuberculosis de otra persona y se mantuvo medicándose por casi 10 años, lo cual la llevó a debilitar su cuerpo y su estado de salud. Actualmente está padeciendo retos en la zona lumbar de la columna, se ve limitada en sus movimientos, pues ya le está afectado una pierna; sin embargo, me sigue enseñando paciencia y perseverancia para llegar a la microcirugía que está por recibir.
Gracias, madre mía, por la oportunidad que hoy me estás dando de aplicar contigo todo aquello que durante mi vida me mostraste de ti, me enseñaste y me diste, hoy me siento con las herramientas morales, emocionales y de fortaleza para apoyarte y dar de mí esa riqueza que compartiste conmigo.
GRACIAS, MAMÁ, POR EXISTIR Y SER MI MAESTRA DE VIDA.
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