Hablar de abuso sexual infantil no es un tema sencillo; todo lo contrario, es incómodo, doloroso y provoca evasión y rechazo. Y aunque es en casa donde debería iniciar esta labor de prevención (donde se supone que están los protectores de esos niños y niñas), es ahí donde, en la mayoría de las veces, sucede este FLAGELO, ya que, según las estadísticas, más del 80% de los abusos son cometidos por un familiar o un conocido en lugares de confianza de los niños y niñas.
Con lo anterior, se pone de manifiesto nuevamente: “la casa no es el lugar más protegido para los niños y niñas”, frase dolorosa y avergonzante. A esta frase le siguen otras estadísticas que evidencian nuevamente una dolorosa realidad, pues según datos de la UNICEF, 1 de cada 4 niños o niñas sufren algún tipo de abuso sexual y, en promedio, se tardarán 20 años aproximadamente en poder hablar de lo que les sucedió, dejando huellas que imposibiliten una niñez y juventud sana, ligera y feliz.
Los expertos indican que la única manera de erradicar el abuso sexual infantil es la PREVENCIÓN. Estoy convencida de ello, estar informados, capacitados y prevenidos es tarea que nos compete a los adultos encargados de un menor, pero no solo eso, estas herramientas tienen que llegar directamente a los niños, niñas y adolescentes. Son ellos quienes tienen que conocer cómo es un enganche, por qué son víctimas potenciales, qué es un abuso y cómo hacerle para informar cuando alguien les esté silenciando.
Sin embargo, los padres y madres tenemos mucho miedo de hablar sobre este tema, principalmente porque pensamos que a nosotros, a nuestros hijos, nunca les va a pasar. Y abrir esta temática es solo infundirles miedo, invocarlo, y entonces mejor no lo hacemos.
En una ocasión, una señora me dijo, y tenía mucha razón en mostrar su miedo; Carolina, ¿y cómo le hago?, lo siento y le pido que me escuche, y entonces le digo: “mira, mijito, es importante que sepas que hay algunas personas adultas que te querrán hacer daño, que podrán lastimar tu sexualidad y tu integridad y, por si fuera poco, esa persona, en la mayoría de las veces, será alguien que conoces y que tú crees que es quien te debería de proteger…”. ¡Y claro!, pensando así, nadie quisiéramos tocar este tema con nuestros hijos, nietos, sobrinos, ni menores que amamos, porque así de duro es cuando se abusa de un niño o niña. Por eso está considerado como el mayor maltrato que se le puede hacer a la infancia.
Dar herramientas de prevención, aunque parece una tarea muy complicada, en realidad NO LO ES. Actualmente los padres y madres solo enseñamos a nuestros hijos estas frases: “No permitas que te toquen/no dejes que vean tus partes íntimas”, pero, ¡esto ya lo hacemos todos!, y si esto realmente funcionara, entonces no tendríamos estas estadísticas.
Dar herramientas va más allá, y no tenemos que hablar de sexo, sexualidad, erotismo ni todos esos temas que nos generan miedo al hablarlo. Tenemos que hablar de seguridad, de estar alertas y de que se sientan protegidos. Por ello, el TE VEO, TE CREO, TE ESCUCHO son palabras y acciones fundamentales que nosotros, los adultos protectores, siempre debemos recordar y emplearlas a conciencia como parte educativa y amorosa en la formación de nuestros niños y niñas.
Por eso te reitero, es importante informarte, sensibilizarte y aprender, para que seas tú en primera instancia quien se vuelva el protector real, sin miedos, ni prejuicios. Conviértete en ese protector, y si no sabes cómo hacerlo, busca ayuda, la Fundación CENDES está para apoyarte.
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